No hay solución buena bajo el capitalismo

 

No hay solución buena bajo el capitalismo

 

Durante la última semana de febrero hemos asistido a negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo entre el gobierno serbio y el gobierno autónomo kosovar para alcanzar una solución que cierre el estatus definitivo de esta zona del planeta.

Hace ocho años, y con la excusa de la ayuda al oprimido pueblo kosovar, el imperialismo norteamericano y europeo lanzaba a la OTAN a una guerra contra Serbia. Durante meses la población civil de este país fue bombardeada, se destruyeron infraestructuras, industrias, etc., y varios miles de civiles murieron bajo las bombas.
Finalmente el régimen de Milosevic capituló y las tropas de la OTAN ocuparon Kosovo para convertirlo en un protectorado. La resolución 1.244 de la ONU que selló el fin del conflicto consideraba a Kosovo parte integrante de Yugoslavia. Pronto se comprobó cómo de la mano del imperialismo no se podía acceder a ningún tipo de liberación nacional. Un pueblo oprimido, el kosovar, rápidamente se convirtió en un pueblo opresor, con campañas de limpieza étnica contra la minoría serbia que habita Kosovo (entonces eran el 10% de la población). 200.000 serbios se convirtieron en refugiados y huyeron hacia el interior de Serbia. Desde entonces las tensiones no han remitido. Sigue existiendo una importante minoría serbia en el norte de la provincia (de casi 100.000 personas), la mayoría de los refugiados no han regresado y ha habido numerosos enfrentamientos, especialmente en la ciudad de Mitrovica, donde un puente separa a las dos comunidades. El más duro se saldó con 19 muertos.
La población kosovar cambió la opresión serbia por la de la OTAN y la ONU, sus niveles de vida no han mejorado significativamente y no han logrado un apoyo para su causa entre la población de serbia. Los límites del nacionalismo burgués de la Liga Democrática de Kosovo del desaparecido Rugova y del viejo Ejército Liberación de Kosovo (hoy reconvertido en el segundo partido político) están quedando de manifiesto.
Ahora el imperialismo prepara una nueva vuelta de tuerca. Cuentan con que en Serbia ya no está Milosevic y gobierna una coalición de partidos de derecha pro occidentales. El plan con el que trabaja el mediador de la ONU, Martti Ahtisaari, consiste en avanzar hacia una independencia, de hecho, de Kosovo. Sin reconocerla oficialmente pretende que Kosovo tenga constitución, bandera e himno propio, así como derecho a estar representada en los organismos internacionales. Para la minoría serbia pretende una amplia autonomía. El parlamento serbio, por una aplastante mayoría de votos, ha considerado inaceptables estas propuestas. Lo más que está dispuesto a conceder es una amplia autonomía pero no está dispuesta a que Kosovo tenga ejército propio ni representación en la ONU.
En el lado kosovar se está presionando duramente para alcanzar la independencia total. A primeros de febreros varios miles de manifestantes se enfrentaron a la policía de la ONU exigiendo independencia inmediata. La protesta fue organizada por el grupo Autodeterminación y culminó con dos muertos. Ahora han anunciado nuevas movilizaciones para marzo.
De momento las negociaciones para un acuerdo parecen estancadas. Es probable que la decisión final la tenga el Consejo de seguridad de la ONU. Rusia ha anunciado su oposición al plan. En la lucha despiadada por zonas de influencia temen con razón que un Kosovo independiente se convierta en nuevo territorio amigo de la OTAN y piensan que su independencia sentaría un mal precedente teniendo en cuenta los conflictos regionales y nacionales en el interior de la propia Rusia o su área de influencia (Bjasia, Osetia, Alto Karabaj, Transniester, etc.).
No sabemos cómo concluirá exactamente esta fase del problema kosovar. Es posible que a cambio de favorecer una integración más rápida en la UE el gobierno serbio acabe haciendo concesiones. Pero sea cual sea la solución no será una solución beneficiosa para los pobres y oprimidos. En el actual contexto, si se avanza hacia un estado semiindependiente puede fortalecer las tendencias nacionalistas reaccionarias en el interior de Serbia, donde el partido más votado en las elecciones de enero fue el Partido Radical del nacionalista de derechas Sessejl. Una solución unilateral impuesta a Serbia podría llevar a un recrudecimiento de las tensiones con la minoría serbia de Kosovo. También podría animar a la importante minoría albanesa de Macedonia y podrían desarrollarse tendencias a la unidad albanesa que desestabilizasen aún más la zona.
Como señalamos hace ocho años, la guerra imperialista no iba a traer estabilidad y prosperidad a la zona. La falsedad de la liberación nacional de la mano de las bombas de la OTAN ha quedado demostrada. Ahora, como hace ocho años, insistimos en que la única solución perdurable pasa por la lucha unida de los trabajadores y oprimidos de Serbia y Kosovo, sólo un régimen de los trabajadores podría solucionar de una forma armónica la cuestión nacional, donde cada pueblo decida libremente sus vínculos con los demás. Sólo una sociedad socialista podría ofrecer la genuina autodeterminación y liberación nacional al sufrido pueblo albanés de Kosovo de la mano de su liberación social.


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