La intervención de Pablo Iglesias en el parlamento defendiendo el NO de Podemos a la investidura de Pedro Sánchez ha causado una gran conmoción política. Con un discurso combativo y de izquierdas, algo muy inusual en la tribuna parlamentaria, Iglesias ha denunciado no sólo al PP y Ciudadanos, a los que ha acusado abiertamente de representar a la derecha franquista y los intereses del Ibex 35, también ha señalado la completa entrega de los dirigentes del PSOE a los grandes poderes económicos y su traición a los votantes socialistas.

Dejando claro que el pacto urdido por Pedro Sánchez es un primer paso para conformar una gran coalición PSOE-PP-Ciudadanos, Pablo Iglesias ha defendido las reivindicaciones que han hecho suyas millones de jóvenes y trabajadores en las movilizaciones de estos años, exigiendo la derogación de la LOMCE, la Ley Mordaza y el fin de los recortes. Iglesias no ha defraudado en su primera intervención parlamentaria, y no ha dudado en acusar a Felipe González de capitular ante la oligarquía y tener las manos manchadas en cal viva, en clara alusión a la implicación del ex Presidente del Gobierno en la guerra sucia de los GAL. Los aullidos de desesperación entre los diputados del PSOE, del PP y de Ciudadanos, son todo un síntoma de que Iglesias ha dado en el clavo.

Somos muchos los que nos hemos reconocido en el lenguaje que ha transmitido Pablo Iglesias. De hecho, todas las ideas que ha vertido en sus intervenciones echan por tierra ese discurso de “ni izquierdas ni derechas”, que el propio Sánchez ha intentado utilizar en un momento de desesperación. Iglesias ha comprobado que incluso las medidas de reformas y contención de la austeridad y los recortes que ha defendido en las elecciones y hoy nuevamente en la tribuna parlamentaria, chocan con la hostilidad de la burguesía, de sus representantes políticos tradicionales, y de una socialdemocracia dispuesta a inmolarse en el altar de la estabilidad capitalista. Por eso todas sus afirmaciones han retumbado con tanto estruendo, por que recuperan una parte importante de las señas de identidad de la izquierda militante y combativa tan ausente del debate público.

Como ya se han encargado muchos medios de comunicación en señalar, Iglesias ha sido contundente pero no ha dicho ninguna mentira. Ha denunciado a los poderes fácticos: “Ellos han pedido una gran coalición PSOE-Ciudadanos-PP. Las oligarquías temen un cambio real en España. Si tan preocupadas están en mantener el Gobierno en manos de sus títeres igual es que el Gobierno sí que es importante.” Ha colocado en su sitio a los diputados y Ministros del PP, recordando su origen franquista: “Algunos de ustedes son hijos del totalitarismo de este país. El PP sí es un partido corrupto, fundado por siete ministros de la dictadura. Son los responsables de que la corrupción se haya convertido en el principal símbolo de España”. También ha dedicado una parte de su intervención a Albert Rivera y Ciudadanos (a la que ha denominado la naranja mecánica): “Le reconozco que sabe dominar la fortuna. Si hay un ganador aquí ése usted a costa de Sánchez. Usted es de los que mandan, señor Rivera.”

Iglesias ha sido especialmente claro a la hora de denunciar a aquellos que le acusan de “ser amigo de terroristas”, por su defensa de la puesta en libertad de Otegi ayer martes 1 de marzo, y que todos los días se llenan la boca de “constitucionalismo” para negar el derecho a decidir del pueblo catalán. Llamando a las cosas por su nombre, ha recordado que el pacto PSOE-C's lo defiende Alejo Vidal-Quadras, “que está más a la derecha que Millán Astray (el fundador de la Legión)”.

Pero la parte más relevante ha sido en la que se ha dirigido directamente a la militancia socialista, para denunciar el comportamiento de su dirección.: “[el PSOE era un partido] por el que te llevaban a los pelotones de fusilamiento y ahora a los consejos de administración.” En alusión directa a Pedro Sánchez le ha dicho: “Yo no traiciono a mi gente. Desde el principio le dijimos o gran coalición o gobierno progresista. Cuídese de la naranja mecánica, es un socio muy hábil. Le obligarán a tragar el plan de las oligarquías, con el PP y no estará usted al frente. Negocie con nosotros, no vete abstenciones y deje de escuchar los cantos de sirena que le llevan al naufragio.”. Para el final, dejo una cita sin desperdicio: “Merecer el odio de los que envenenan al pueblo será para nosotros una honra” (Pablo Iglesias, fundador del PSOE).

Parece muy probable que Pedro Sánchez fracasará miserablemente en su intento de coronarse Presidente del Gobierno con el apoyo de Cs. Pero la historia no ha terminado ni mucho menos. Hay fortísimas presiones, tal como ha señalado Pablo Iglesias, para que se imponga finalmente una gran coalición (PP-Cs-PSOE), tal como desean los capitalistas españoles y europeos. La resistencia a la convocatoria de unas nuevas elecciones es cada día más grande, y después de lo de ocurrido hoy en el parlamento se redoblará. Por supuesto, no se pude descartar que en junio se vuelvan a abrir las urnas, pero un amplio sector de la burguesía barrunta que nada bueno saldrá de ello, y que el gran beneficiario de unas elecciones anticipadas puede ser Podemos y las confluencias de la izquierda.

Pablo Iglesias ha demostrado que es capaz en el terreno parlamentario de desnudar las mentiras y las maniobras de la derecha y de Pedro Sánchez. Pero ahora es necesario pasar a la acción y trasladar a la calle la oposición a este gran pacto por los recortes y la austeridad que se está urdiendo, con una llamada a la movilización masiva en todas las ciudades del Estado español.

La movilización es una herramienta fundamental en este momento político. Todo lo que puede dar de sí el parlamento, con su composición actual, ya lo ha hecho. Tanto el PP como C’s y el aparato del PSOE están en una misma línea política. Cumplir las órdenes de Bruselas, los dictados de los grandes poderes económicos, y continuar con la agenda de recortes del gasto social, privatizaciones, y ataques a nuestros derechos y conquistas sociales. Quieren que la crisis se siga descargando sobre las espaldas de la clase obrera y la juventud. Por eso, ninguna aritmética parlamentaria puede modificar un plan estratégico que sólo será roto con la movilización masiva de la población, ocupando las plazas y las calles, profundizando la rebelión social que ha colocado a la derecha contra las cuerdas en estos años, y que en las elecciones del 20D tuvo su correspondencia con el mayor varapalo que jamás ha sufrido el bipartidismo en cuarenta años.

Podemos no debe limitarse a una oposición parlamentaria. Debe basarse en aquello que lo hizo fuerte: la lucha de masas, desde el 15M a Gamonal, desde las huelgas generales a las Mareas Ciudadanas o las Machas por la Dignidad. Sí, hay que movilizar ya, inmediatamente y de manera contundente por las reivindicaciones que el movimiento ha colocado desde hace tiempo encima de la mesa y siguen pendientes: Derogación de la reforma laboral, de la Ley Mordaza, de las contrarreformas franquistas contra la enseñanza pública (LOMCE y 3+2); por el derecho a una vivienda digna (prohibición por ley de los desahucios y parque público de viviendas con alquileres sociales), y a unas condiciones de vida que permitan a la población salir de la crisis, aumentando sustancialmente los subsidios de desempleo, poniendo fin a los recortes sociales en dependencia, en sanidad, acabando con la pobreza energética (nacionalizando las eléctricas)…

El camino a seguir es claro y está trazado. Lo sabemos por experiencia. La convocatoria del Sindicato de Estudiantes de una nueva huelga general estudiantil para el 13 y 14 de abril es una iniciativa extraordinaria, que debe ser tomada como ejemplo. Los estudiantes ya han dado el primer paso. Ahora hay que completarlo. Podemos, Izquierda Unida, las Mareas Ciudadanas, Las Marchas por la Dignidad, los activistas combativos de los sindicatos de clase, tenemos la obligación de llenar las calles con la indignación y la lucha organizada que hará posible el cambio político, para que nadie nos arrebate lo que es nuestro y por lo que tanto hemos peleado. Es la hora de volver a la lucha.


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