El Militante.— ¿A qué responde la ofensiva imperialista contra la revolución venezolana y sus conquistas?
Félix Martínez.— La revolución bolivariana se ha convertido en el principal problema del imperialismo en América Latina por los niveles de organización, movilización, conciencia socialista y revolucionaria que han adquirido el pueblo y los trabajadores. En Venezuela hay una encarnizada lucha de clases, los trabajadores están luchando por acabar con el sistema capitalista. La necesidad del control obrero, el papel de los consejos de trabajadores, de las comunas y del poder popular, son temas que se discuten amplia y cotidianamente.
Al gobierno de Obama y a sus jefes, las grandes multinacionales, les irrita que un gobierno como el de Maduro no siga al pie de la letra sus dictados, pero sobre todo le preocupa que en Venezuela exista un proceso revolucionario que podría acabar con el capitalismo y extenderse al conjunto de América Latina.
EM.— ¿Quiénes son los supuestos demócratas que está defendiendo Felipe González?
FM.— Antonio Ledezma y Leopoldo López no son ningunos demócratas, son dirigentes que tienen sus manos manchadas de sangre del pueblo venezolano. Yo recuerdo de niño, cuando Ledezma era alcalde de Caracas y lanzó la policía, con bombas de gas pimienta y tanques de agua contra las marchas de jubilados que reclamaban una pensión de vejez. También lo hizo contra trabajadores informales, protestas estudiantiles y de periodistas. Muchas de ellas terminaron con ciudadanos muertos o gravemente heridos. Ledezma era diputado de Acción Democrática en 1989, cuando el gobierno que apoyaba reprimió la explosión social conocida como Caracazo y hubo 3.000 muertos. También estuvo involucrado en actos de corrupción y en la masacre en la cárcel Retén de Catia el 27 de noviembre de 1992, donde fueron asesinados más de 200 reclusos. Hablar de Leopoldo López es recordar su participación en el golpe de Estado del 2002 contra Chávez, su apoyo a las agresiones contra funcionarios del gobierno Bolivariano (Rodríguez Chacín) y el papel que jugó en organizar los hechos violentos de todo este último periodo.
EM.— ¿Quiénes son los responsables de la inflación, la escasez de productos básicos, problemas que afectan a la gran mayoría de la población?
FM.— Los principales responsables son los empresarios, que controlan el 75% del PIB no generado por el petróleo del país. Además, al mantenerse una economía y un Estado que siguen siendo capitalistas, se ha desarrollado una burocracia reformista que les hace el juego y está unida por miles de hilos a la burguesía. En 2012 el ex ministro Jorge Giordani denunció públicamente un desfalco a la nación por 25.000 millones de dólares, realizado por empresas fantasma que crearon empresarios y algunos burócratas corruptos. Desde 2006 los trabajadores de la industria del automóvil denunciaban el saqueo que las trasnacionales del sector hacen al país, recibiendo del Estado divisas a precios preferenciales para importar supuestamente insumos pero utilizándolas realmente para especular en el mercado paralelo. A eso se dedican los empresarios: a especular con los precios de los productos y con las divisas que les concede el gobierno, o a burlar los controles de precios establecidos por este. Es un sabotaje económico constante.
El problema es que el gobierno no va al fondo del problema. Les amenaza, pero sigue entregándoles divisas, llamándoles a la conciliación y dejándolos en libertad. Además, la ley de zonas especiales (que flexibilizaría la legislación laboral en algunas regiones, siguiendo el modelo chino), los rumores acerca de convertir algunas empresas nacionalizadas en empresas mixtas con capital privado (chino o de otros países) o el discurso de algunos funcionarios vinculando las mejoras salariales a la rentabilidad según criterios capitalistas, van en la línea contraria de lo que necesitamos y pone en peligro importantes conquistas de la revolución.
EM.— ¿Cuál ha sido la experiencia del control obrero y qué propuestas defiendes como dirigente sindical?
FM.— Un ejemplo de lo que podemos hacer los trabajadores es Vivex, que fue nacionalizada en 2012. El Estado asignó 43 millones de bolívares y designó una junta administradora. Los obreros, paralelamente, instalaron un consejo de fábrica con 80 delegados elegidos en asamblea y han desarrollado una política de administración, organización, control y seguimiento de todos los departamentos, permitiéndoles derrotar elementos de corrupción y sacar de la empresa a funcionarios que saboteaban su desarrollo productivo. Durante todo este tiempo los trabajadores han logrado recuperar áreas de trabajo, maquinaria, producción y generado recursos para cubrir sus beneficios sociales. Experiencias parecidas, donde los trabajadores han recuperado las empresas y están luchando contra la burocracia por desarrollar un verdadero control obrero, hemos visto en Lácteos Los Andes, Invepal o Inveval, la siderúrgica Sidor, la Red de Abastos Bicentenario, etc.
EM.— ¿Qué consideras que hay que hacer para frenar esta ofensiva del imperialismo, de la burguesía venezolana y para que la revolución avance?
FM.— El gobierno debe expropiar definitivamente la banca, a los terratenientes y las grandes industrias, colocándolas bajo control obrero, confiando decididamente en los trabajadores. Debe permitir e impulsar que los trabajadores y las comunidades organicen asambleas del poder popular en las que trabajadores y vecinos debatan y decidan sobre todos los problemas fundamentales (inflación, vivienda, salud, educación, etc.). Así sacaríamos al país adelante y nos enfrentaríamos al imperialismo y su parásita burguesía con una moral fuerte.
Además, todos los cargos públicos y de dirección deben ser elegibles y revocables por asambleas de trabajadores, rendir cuentas de manera permanente y su salario debe ser el de un trabajador cualificado, sin privilegio alguno. Todo esto nos lleva a la necesidad de acabar con el estado capitalista y construir un verdadero estado socialista donde todo el poder esté en manos de los trabajadores.


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