¡No a la despenalización!

 

A principios de noviembre pasado la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó el uso lúdico de la mariguana para cuatro personas que promovieron un amparo, reabriendo el debate en torno a la despenalización de las drogas como supuesta alternativa a la violencia que vive nuestro país.

La decisión de la SCJN no ha sido sobre el uso medicinal de la mariguana sino sobre su uso seudorecreativo. Por ello, la decisión no favorece a quienes puedan necesitarla para mitigar los estragos de alguna enfermedad, sino a cuatro, y por ahora solo a cuatro personas que podrán usarla legalmente para destruirse, ¡perdón!, olvidábamos que la burguesía prefiere usar el término hipócrita de “recrearse”.

Si no fuera ello suficiente, basta un superficial análisis de los cuatro beneficiarios del laudo de la SCJN, para comprender que en el fondo el problema de las drogas y la violencia es un problema entre clases sociales. Los cuatro beneficiarios son miembros destacados de la fundación México Unido contra la Delincuencia (la presidenta, el secretario general, el tesorero y un vocal), organización que contradictoriamente lucha contra la delincuencia organizada y la violencia, mientras promueve la legalización de las drogas que son producidas y distribuidas por los responsables -junto con el Estado mexicano- de la violencia en nuestro país. Diversos investigadores y periodistas han demostrado los vínculos entre la delincuencia organizada y el Estado; además, han evidenciado como los primeros no solo recaudan dinero mediante la distribución de los narcóticos sino que a ello han agregado la extorsión, el secuestro y el robo que la organización antes citada dice combatir.

Mucho más clara es la posición de Rodolfo González Guzmán, dirigente de la CROM (organización sindical afiliada al PRI), quien señala el contrasentido de la lucha contra el consumo de las drogas en los centros de trabajo, desde el punto de vista de los capitalistas. En su experiencia, las drogas resultan una ventaja para la productividad laboral. Este cínico explicaba los efectos del consumo de drogas en las empresas costureras “donde las trabajadoras combinaban gotas oftalmológicas con refresco y la bebida se convertía en una droga que les permitía tener mayor rendimiento, (haciendo) que sintieran menos cansancio y tener (sic) mayor productividad” (La Jornada, 11 de enero de 2016, p.7).

El ejemplo anterior es una muestra clara de cuál es la posición de la burguesía respecto al uso de las drogas entre los obreros y la juventud: las drogas son cadenas con que la burguesía atenaza y oprime a los trabajadores, y de las cuales ¡debemos liberarnos! Por ello los marxistas, a diferencia de la cínica burguesía, no hacemos un juicio moral sino político y de clase.

Si los jóvenes y los trabajadores buscan en las drogas una solución que es falsa para resolver sus problemas, es porque no existen organizaciones firmes para luchar por mejores condiciones de vida. Por ello nos oponemos a la falsa alternativa de la legalización de las drogas “con fines recreativos”. La solución a la violencia en la que nos sumergió la derecha, encabezada por Calderón, no está en facilitar la circulación de los narcóticos. Todo lo contrario. Se requieren verdaderas campañas de prevención contra las adicciones, así como una serie de medidas que favorezcan el desarrollo de la personalidad en condiciones dignas como la reducción de la jornada laboral a 4 horas, la distribución del trabajo restante entre los desempleados, el incremento de la matrícula universitaria, el aumento del presupuesto para cultura, la construcción de nuevos recintos recreativos en zonas de alta marginación, etcétera. . Es decir, se requieren medidas que permitan a cualquier persona vivir en condiciones dignas, únicamente así la droga no se presentará como una alternativa sino como el veneno que realmente es.

La lucha por mejores condiciones de vida, es la lucha contra el ambiente hostil y decadente en el cual las drogas encuentran un campo para presentarse como alternativas falsas a los ojos de miles. La lucha por una sociedad distinta, más justa y equitativa, es un combate contra todo aquello que se le opone. Es preciso estar en lucha permanente contra lo que atenta contra el desarrollo pleno de los jóvenes y los trabajadores. Por ello también la lucha de los jóvenes y trabajadores conscientes debe ser una lucha contra aquello que envenena a nuestros semejantes, sin ninguna clase de arrogancia moral sino compañerismo clasista. Contra el cinismo moral de la burguesía, una política de combate revolucionario contra el sistema y sus venenos.

¡Basta de hipocresía: el objetivo de EPN es ahogar a los jóvenes en la drogadicción!


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