¿Cómo se puede explicar que la ternera suba un 6% mientras que su precio en origen baja un 33%? ¿O que el añojo suba un 7% mientras que en origen cae un 9%? ¿O que el cerdo mantenga su precio cuando en origen ha caído un 17%?

Hace unos días conocimos la tasa anual de inflación de 2007, un 4,3%, la más alta desde diciembre de 1995. La realidad es que no hacía falta conocer este dato para saber que realmente estaban subiendo los precios y que los trabajadores tenemos cada vez más problemas para llegar a final de mes. Hoy la ternera vale un 39% más que hace tres años, el cordero un 16%, el pollo un 35%, los yogures un 283%, el atún en lata un 105%, la bollería un 95% o la pasta un 60% más cara (Efe, 14/11/07).

Y sólo en 2007, las verduras, las hortalizas, los huevos y la leche subieron más de un 20%. Pero parece que aquí no acaban las malas noticias porque según nos avisa Jorge Jordana, Presidente de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas: "Desde ahora todo va a subir, nos guste o no" (Ibíd.).
Pero este fenómeno no se limita al Estado español o a la Unión Europea, es un proceso generalizado en todo el mundo. En EEUU los precios de la cesta básica en 2007 subieron un 13%, en China, hasta noviembre, los precios de la comida habían subido un 18%, en Rusia y América Latina por encima del 10%, en Pakistán e Indonesia un 16% y podríamos seguir así en un país tras otro. El 8 de diciembre la revista de The Economist llevaba el siguiente titular en su portada: El final de la comida barata. En uno de sus artículos se podía leer: "Este año el aumento de precios ha sido extraordinario. Desde la primavera, los precios del trigo se han doblado, como ha ocurrido con casi cada uno de los granos (...) lo mismo sucede con el maíz, la leche, las oleaginosas (...). El índice de precios alimenticios de The Economist es más alto hoy que en cualquier otro momento desde su creación en 1845. Incluso en términos reales, los precios han subido un 75% desde 2005". La subida de precios, con la consecuente pérdida de poder adquisitivo de los salarios ha sido históricamente una poderosa fuente de explosiones sociales. Es muy sintomático lo que ocurrió hace aproximadamente un año en Marruecos u otras protestas recientes como la "huelga de consumo de pasta" en Italia o contra la subida del precio de la tortilla de maíz en México.
En la explicación del por qué suben los precios los analistas burgueses destacan siempre factores accidentales o externos al propio funcionamiento del capitalismo, pero la inflación está íntimamente ligada a la especulación y a la anarquía de la producción, rasgos esenciales del sistema de "libre mercado".

Países emergentes y biocarburantes, los culpables oficiales

Se han dado distintos motivos para justificar esta subida de precios, algunos tan ridículos como que la introducción de un vaso de leche obligatorio en las escuelas chinas es la causa principal de la escasez y la subida del precio de la leche. Pero fundamentalmente se dan dos explicaciones, la primera es el aumento de la demanda china e india, sobre todo de carne y, por tanto, de los cereales necesarios para alimentar al ganado. En el mismo número de The Economist citado anteriormente se señalaba con el dedo acusador a "la creciente riqueza de las economías emergentes, el consumidor chino que comía 20 kilos de carne en 1985 se zampará más de 50 kilos este año. Esto a su vez aumenta la demanda de grano: hacen falta 8 kilos de grano para alimentar una vaca". En el fondo se trata de una versión renovada de las teorías de Malthus sobre una futura escasez mundial de alimentos debido al crecimiento geométrico de la población, mientras que los alimentos lo hacen sólo aritméticamente. Los datos desmienten esta idea: desde 1961 hasta hoy la población mundial ha aumentado un 112% mientras que la producción mundial de granos subió un 164% y la de carne casi un 700%.
El segundo "culpable" son los biocarburantes. Es cierto que su producción comienza a trastocar los patrones agrícolas de muchos países, como en el caso de EEUU donde muchos campesinos cambian sus cultivos por maíz debido a las subvenciones que reciben. Pero no se puede decir que los biocombustibles sean los responsables de ese aumento generalizado de precios, en 2007 sólo consumieron el 6,5% de la producción mundial de cereales, es verdad que se prevé que en los próximos años esta cantidad se duplique o incluso cuadruplique, pero por ahora, aunque muchos quieran convertirlos en los "chivos expiatorios" de la inflación, la realidad es que no lo son, o al menos no son los únicos ni los de mayor peso.

Petróleo y cereales

Una de las primeras causas de las subidas de precios es el aumento del petróleo, que a su vez está ligado a la inestabilidad en los países productores, a la especulación y al incremento de la demanda, entre otros factores. El encarecimiento del combustible afecta directamente a los alimentos (y en general a casi todas las mercancías) porque sube el coste de su transporte, su coste de producción y también de los fertilizantes necesarios para la agricultura. El coste mundial del transporte de mercancías al por mayor subió un 80% en 2006 y un 57% desde junio a diciembre de 2007.
Otro factor importante es la incidencia de la subida del precio de los cereales en otras mercancías. Según la FAO, la tonelada de trigo en 2006 costaba 152 dólares, en 2007 su precio era de 204 dólares, un aumento del 34%, el maíz entre 2001-2006 estuvo a 103,6 dólares la tonelada, ahora está en 158,9 dólares, un 26% más. Esta subida de los cereales es la que ha provocado el encarecimiento de otros alimentos como las carnes, los huevos o la leche. Se podría pensar que la subida generalizada de precios de los cereales obedece a una crisis de subproducción motivada por malas cosechas, desastres naturales, etc. Sin embargo, la producción mundial de cereales en 2007 fue la mayor de la historia. La producción española de cereales fue la mayor desde el año 2000.
Hoy las reservas mundiales de cereales están en su nivel más bajo en 26 años, mientras que el consumo está en su máximo histórico. Si en los años ochenta lo que había eran montañas de leche en polvo que se destruían hoy ocurre lo contrario, los stocks de cereales disminuyeron en 2007 un 40% respecto a 2006. Esta situación es aprovechada por los especuladores para conseguir unos beneficios que llegan al 30%.
Uno de los ejemplos de que el capitalismo es un sistema anárquico, que sólo piensa en el beneficio y no en la satisfacción de las necesidades básicas de la población, es la política de cuotas impuestas por la UE. En el caso de la leche llama la atención que mientras los precios suben espectacularmente la UE impone cuotas de producción que espolean aún más los precios hacia arriba. En el caso del Estado español se han pagado multas por valor de 22 millones de euros en 2005 por sobrepasar esta cuota de producción. Lo mismo se aplica a los cereales o el azúcar, que ha alcanzado un precio astronómico y en 2006 se dejaron de producir dos millones de toneladas y este año se prevé reducir un 10% más su producción.

Control de las multinacionales

Pero el aumento espectacular del precio de los cereales no explica toda la historia. ¿Cómo se puede explicar que la ternera suba un 6% mientras que su precio en origen baja un 33%? ¿O que el añojo suba un 7% mientras que en origen cae un 9%? ¿O que el cerdo mantenga su precio cuando en origen ha caído un 17%? La respuesta está en las grandes multinacionales de la producción, distribución y venta de alimentos que son las que controlan la producción, existencias y precios de los productos básicos. Son precisamente los intermediarios, que no generan casi transformaciones al producto y que sólo lo distribuyen, los que consiguen mayores beneficios. En el mundo, cinco empresas y dos centrales de compra controlan el 75% de la distribución alimentaria.
Según la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) entre el 85 y el 95% del precio que pagamos es debido a la cadena de distribución. El precio de los alimentos se multiplica por 30 desde su origen hasta que llega a las tiendas. Sólo cinco empresas controlan el 55% de las ventas de alimentos en el mercado español. Si se suman las dos principales centrales de compra (mayorista) que suministra al resto de comercio minorista, ese porcentaje de concentración de compra-venta se sitúa en el 75%.

Especulación

Pero hay otro factor que también contribuye, y de manera muy importante, al aumento de los precios de los alimentos: la especulación en materias primas. En los últimos meses, después del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la crisis crediticia, la especulación ha cambiado sus miras hacia los mercados de materias primas, exacerbando aún más la inflación.
José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney explicaba este proceso: "La evolución de las materias primas agrícolas no se debe únicamente a que el consumo aumente o que se estén utilizando para hacer biodiesel, en el comportamiento de las commodities hay un importante elemento especulativo". El director general de Nestlé España, Laurente Freixe, en una entrevista publicada por Efe el 23/9/2007 reconocía la existencia de movimientos especulativos en la subida de los precios del cacao y el café "al estar sometidos a los vaivenes de la bolsa".
Estos productos en el mundo financiero se conocen como commodities y cotizan en el mercado de futuros. En este mercado se compra o se venden bienes o valores a una fecha futura y determinada con un precio establecido de antemano, el beneficio del inversor dependerá del mantenimiento de ese precio o de su subida. El 17 de diciembre la especulación con el trigo y el arroz que se debía entregar en marzo de 2008 hizo subir sus precios a niveles históricos en la bolsa de Chicago. Hoy los mercados de futuros han desplazado a la construcción en expectativa de beneficios. El dinero metido en índices de materias primas según Reuters creció un 50%, alcanzando los 90.000 millones de dólares en 2006.
Como podemos ver, mientras los trabajadores perdemos poder adquisitivo, una pequeña minoría se enriquece a costa de nuestros problemas. Esta situación de subida generalizada de precios es una prueba más de la anarquía de la economía de mercado y de que la búsqueda del beneficio por parte de los capitalistas es una amenaza para millones de personas. El capitalismo ha demostrado una y otra vez que es un sistema totalmente irracional y caduco del que sólo se puede esperar miseria, hambre, malnutrición, etc.


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