El crecimiento económico de EEUU ha sufrido un declive profundo: de un ritmo anual del 4,1% en los años 1998-2000 al -1,1% en el tercer trimestre de 2001. Pero ahora la mayoría de los economistas capitalistas pronostican que EEUU está en el curso de lo que caracterizan una recuperación en forma de V, y con ello, el final de la recesión mundial de 2001-02.

Hay algunos síntomas de mejoría. La confianza del consumidor estadounidense ha subido significativamente. Las ventas de nuevas casas todavía mantienen un ritmo fuerte y la productividad ha subido un asombroso 3,5% en el cuarto trimestre del año pasado, aunque esto se debe a la reducción del número de horas trabajadas de los estadounidenses —reducción de horas extras y despidos de trabajadores—, en ningún caso por el aumento de la producción.

El Índice de Compras (PMI) se elabora en base a los comentarios recogidos entre los jefes de compras en todo EEUU y anuncia qué se compra y se vende en el mundo manufacturero. Un índice PMI por encima del 50% indica que la economía manufacturera en general se está expandiendo; por debajo del 50% que está contrayéndose. En octubre de 2001 alcanzó su nivel más bajo en diez años, 39,5 y ahora ha vuelto a subir hasta el 49,9.

La Asociación Nacional de Economía de Empresa (NABE) que, supuestamente, alberga a lo mejor de la economía estadounidense a la hora de hacer pronósticos, prevé un crecimiento económico del 3,5% en la segunda mitad de este año. Desde luego, hay algunos síntomas que nos dicen que podemos ver cierta recuperación en la segunda mitad de 2002. ¡Pero la NABE jamás ha pronosticado una recesión!

Irónicamente, el gobierno estadounidense es menos optimista respecto a la economía que los propios economistas. Para el gobierno la economía crecerá un 0,7% este año. Ni el hombre más rico del mundo —Bill Gates— tiene confianza. Cuando habló en el Foro Económico Mundial —la reunión anual de los más ricos y poderosos— el fundador de Microsoft dijo: "No veo una gran recuperación para este año. Ni en Japón ni en EEUU".

Stephen Roach, economista del banco estadounidense de inversión Morgan Stanley, tiene una visión minoritaria entre los economistas capitalistas. Pero sus palabras son muy elocuentes ante las perspectivas de recuperación: "Estoy convencido que la economía estadounidense se encuentra sólo en las primeras etapas de lo que podría ser una prolongada sacudida, con un ahorro bajo, un gran endeudamiento, exceso de capacidad y un déficit por cuenta corriente masivo. Y como consecuencia, será mucho más difícil conseguir en los próximos años un crecimiento tan vigoroso como en los estruendosos noventa".

Reconoce que el mundo, después de una ligera recuperación, se dirige hacia otra recesión muy rápidamente, una doble pendientes como en 1980-82. Y apunta algunas evidencias. El crecimiento económico europeo probablemente está en un 1% anual. Argentina ha estallado. Japón está en una espiral deflacionaria. El crecimiento mundial es tan lento que prácticamente no existe.

Infrautilización, deuda y deflación

Así que ¿quién tiene razón? Una verdadera ciencia social sólo puede proceder del estudio de las tendencias y cambios fundamentales. No se puede predecir cada uno de los cambios de la economía global, es decir, la suma total de cada una de las decisiones individuales de seis mil millones de personas en el planeta. Pero sí debemos intentar aproximarnos a la tendencia de los acontecimientos y estar atentos al cambio de ciclo, para ofrecer el escenario más probable de lo que puede ocurrir.

El dato más alarmante de la situación de la economía estadounidense es el de la capacidad utilizada de la industria. Este índice mide el uso que se está haciendo de una fábrica o de la maquinaria. Los economistas normalmente interpretan un índice superior a 80 como una señal de buena salud del sector industrial estadounidense. Incluso en la recesión de 1991 la capacidad utilizada no bajó de 78. La cifra ha estado cayendo en los últimos 19 meses, ahora está en ¡un 74%! ¡Está en unos niveles no vistos desde que se empezó a registrar este índice en 1868!

Eso significa dos cosas. Primero, las empresas normalmente no gastan dinero en la expansión de la capacidad productiva si tienen exceso de capacidad. Y en segundo lugar, cuando hay demasiado exceso de capacidad es difícil para las empresas subir los precios y de esta forma aumentar los beneficios.

En enero la tasa anual de inflación bajó al 1,1%. Y esa cifra no nos dice toda la historia. La suma total de la inflación de los últimos doce meses es la misma que en los primeros cuatro meses de ese período. Más de un 1% de inflación apareció en los tres primeros meses del año. Durante los últimos ocho meses lo que ha habido es ¡deflación! El Índice de Precios de Producción (IPP) es el que mejor describe el precio de la manufactura y éste ha caído un 2,6% el año pasado, ¡la mayor caída en cincuenta años! El IPP es un indicador clave de la dirección del IPC y éste nos dice: directos a la deflación.

La deflación no permite a las empresas controlar los precios. En el segundo trimestre de 2000 los beneficios de las empresas, antes de impuestos, de las empresas estadounidenses no financieras alcanzó su punto máximo de 577.000 millones de dólares. La última cifra ha sido 415.000 millones de dólares, la caída más profunda desde la Gran Depresión. Son cada vez más las empresas que ven como se reducen sus márgenes de beneficios.

Los escándalos contables están mostrando la verdadera situación de los beneficios empresariales estadounidenses. El New York Times comentaba lo siguiente sobre el escándalo Enron: "Hasta la implosión de Enron, muchos inversores, tanto individuales como profesionales, ignoraban las cuestiones contables. La sabiduría convencional de Wall Street establece que, mientras unas cuantas empresas puede que estén inflando sus beneficios, el mercado en conjunto es esencialmente honrado. Pero ahora todo esto está en duda".

"Quizá sea un ingenuo", escribe Stephen Roach de Morgan Stanley, "pero debo confesar que estoy asombrado de lo poco que sabemos de la posible existencia de más Enrons (...) Lo mismo se puede decir de la influencia del sector familiar en EEUU. El endeudamiento total del consumidor actualmente está en un nivel récord del 73% del PIB. Esto, en mi opinión, es una herencia indiscutible de la burbuja. Primero fueron las acciones, ahora los hogares: las familias estadounidenses han sido muy agresivas a la hora de pedir dinero prestado para seguir manteniendo su estilo de vida; al hacer esto, por supuesto, han reducido los tradicionales niveles de ahorro y dependen cada vez más del crédito disponible para después conseguir nuevos ingresos de valores inflados. El exceso de la deuda todavía es un aspecto problemático de la resaca que ha seguido a la burbuja. Si los ingresos continúan debilitándose o los tipos de interés de repente suben, sería sumamente difícil para el sector familiar mantener el servicio de su deuda. El problema, por supuesto, sería más agudo si EEUU experimentara una bocanada de deflación. La trampa deuda-deflación es uno de los dilemas más intratables para cualquier economía. Basta con mirar a Japón".

Quiebras significativas

Las empresas USA están empantanadas en la deuda que equivale a la friolera del 156% del PIB. Un 44% más que hace una década. Es también más grande que la carga de la deuda que padecía Japón antes del estallido de su burbuja bursátil en 1990. Regresando a 1989 las antiguas cargas de la deuda con relación a los ingresos de las quinientas primeras empresas estadounidenses equivalían a 10.000 millones de dólares. En aquella época ya estaba considerada una cantidad bastante grande. En 2001 las cargas extraordinarias equivalían a 360.000 millones de dólares, ¡36 veces más que en 1989! Algunos de los casos de endeudamiento más grandes han sido el preludio de las mayores bancarrotas. En julio de 2001 Bethlehem Steel tenía una carga de la deuda con relación a los ingresos de 1.000 millones de dólares, tres meses más tarde, entró en bancarrota. Excite@Home, un proveedor de acceso rápido a Internet, tenía una carga de 4.630 millones de dólares a finales de 2000. Nueve meses más tarde entró en bancarrota.

En el momento de la caída de Enron a finales del año pasado, el precio de sus acciones había pasado de 90 dólares a 0,26. Más de 66.000 millones de dólares de capital y casi cada penique invertido por los 58.920 inversores se evaporaron. Fue la bancarrota más grande en la historia de EEUU. Cuando Argentina anunció en los últimos días de 2001 que oficialmente dejaba de pagar sus 155.000 millones de dólares de deuda, desató las luces de alarma en cientos de bancos y decenas de miles de inversores de todo el mundo. Se trataba del impago de deuda más grande de la historia mundial. Ahora, a pesar de todo esto, Wall Street dice que la recuperación está a la vuelta de la esquina.

En el mejor de los casos, el PIB estadounidense crecerá menos del 1% este año, si lo hace. Los beneficios empresariales mostrarán algo de crecimiento en la segunda mitad, pero el crecimiento total no llegará a un entero, si llegamos a verlo. EEUU podría "técnicamente" salir de la recesión económica en el verano, pero no lo sentirá como tal. Será una recuperación que tendrá más forma de L que de V. Considero que el capitalismo mundial está entrando en un período de 10-15 años con una tendencia de crecimiento económico muy lento. Y ésta será la primera de una serie de recesiones que veremos en esta década.

Si EEUU va a tener una recuperación tibia y de corta vida, caracterizada por un bajo crecimiento económico, aumento del paro y deflación, ¿qué significará esto para el resto del mundo?

¿Y el resto del mundo?

Casi todas las naciones están a punto de padecer deuda más deflación, y esto amenaza con lanzar a sus economías por la cuneta. Por cada dólar del PIB, las doce naciones de la UE han acumulado 1,82 dólares de deuda privada y pública. Los beneficios empresariales están hundiéndose. La producción industrial ha caído un 4,1% en un año. El desempleo en la zona euro es del 8,4% y se encamina a una tasa con doble dígito.

Todo el sector financiero japonés está al filo de la bancarrota. El gobierno dice que los bancos tienen en sus libros de cuentas 43 billones de yenes (320.000 millones de dólares) en préstamos no realizables. Esto representa cuatro veces el tamaño de Enron. Los cálculos privados sitúan la cifra cerca de los 237 billones de yenes (1,7 billones de dólares). ¡Esto es el equivalente a veinte enrons! Este año habrá casi 20.000 bancarrotas, un nivel que sólo se alcanzó en una ocasión, en 1984. En palabras del hasta hace poco ministro de Economía japonés Taiichi Sakaiya: "Tememos que Japón se convierta en otra Argentina".

Al mismo tiempo en Japón reina la deflación. Los precios al consumo en Japón han caído un 4% en un año. "Estamos ya en una espiral deflacionaria", según Takotoshi Ito, profesor de economía de la universidad de Hitotsubashi. "Esto hace difícil manejar las hojas de balance deudoras y de esta forma se unirán a las filas de las empresas con préstamos incobrables. Al despedir más trabajadores deprimen más la demanda agregada, y de esta forma, producen más deflación".

El gobierno nipón ha intentado solucionar el problema al estilo keynesiano, sin ningún resultado. Y ahora la deuda total del gobierno japonés representa el 140% del PIB, la más alta de la OCDE y equivale al 465% de los ingresos del gobierno.

La única respuesta posible es dejar que la moneda japonesa se hunda y de esta forma Japón podría recuperarse vendiendo más mercancías en el extranjero porque sus precios serían más baratos. Pero si el yen cae, Japón provocará devaluaciones competitivas en todas las monedas asiáticas. Esto provocaría más presiones deflacionarias en EEUU y prolongaría el estancamiento de la economía mundial. La tierra de la electrónica barata y las películas de Godzilla está llevando al mundo al borde del desastre.


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