Declaración conjunta de Socialismo Revolucionario (Sección del CIT en Venezuela) e Izquierda Revolucionaria Venezuela

La situación de crisis económica del país se ha ido acrecentando cada vez más. Aunque aparezcan algunos alimentos, el gobierno haya decretado nuevas subidas salariales y temporalmente haya repuntado el precio del barril del petróleo, la realidad es que los aumentos salariales han sido superados por la inflación, las dificultades de sectores cada vez más amplios de la población para acceder a productos básicos (alimentos, medicinas…) se agravan cada día que pasa y problemas como la especulación y corrupción están llevando al pueblo a una situación límite.

El país no saldrá de las dificultades económicas porque está afectado por la crisis mundial del sistema capitalista. La crisis de sobreproducción incide directamente en la caída del precio del petróleo y del resto de los precios de las materias primas, lo que afecta directamente a América Latina y particularmente a Venezuela

Ningún país está blindado a una crisis que es global. En Venezuela la crisis llegó desde hace años y es más profunda a causa de la dependencia del petróleo y del carácter especialmente parasitario que tiene la burguesía venezolana. Esa dependencia y parasitismo se mantienen desde la IV República pero se acentuaron aún más durante la revolución bolivariana.

Siendo la renta petrolera el 97% del ingreso de la nación, y que durante los últimos años el petróleo se mantuvo por encima de 100 dólares por barril, el gobierno intentó tapar las contradicciones y desastres que producía el sabotaje y especulación de los capitalistas (y la robadera de la quinta columna burocrática que se ha enquistado en el estado) dedicando un porcentaje cada vez mayor de la renta petrolera a importar directamente productos del mercado mundial. Todo ello en lugar de extender y llevar hasta el final las expropiaciones, nacionalizando la banca, la tierra y las principales empresas bajo gestión directa de los trabajadores, y construyendo un monopolio estatal del comercio exterior y una economía planificada. Este era el único camino para desarrollar la producción, responder a las necesidades del pueblo y construir de verdad el socialismo.

Desde la MUD se dice que el problema es que Chávez gastó demasiado. Un sector de la burocracia que se dice chavista ahora también lo repite, intentando convencernos de que no hay dinero suficiente y es necesario recortar gastos sociales. Pero el problema no es que el estado no tenga recursos sino que buena parte de ellos se los llevan los capitalistas y burócratas. Junto a gastos totalmente justificados, como las Misiones, extender el acceso a la salud y la educación no subsidiar servicios como luz, agua, gas, teléfono…, el Estado —bajo presión de la burocracia y la burguesía—entrega cada año millones de dólares a los capitalistas, a través de ayudas o concediéndoles divisas a precios preferenciales, intentando que sean esos supuestos “empresarios patriotas” o “productivos” quienes desarrollen el país. Algo que no pasó ni pasará nunca porque la burguesía venezolana es de las más parásitas del mundo. El resultado del saqueo del Estado por los capitalistas y la burocracia es tal que, en el momento actual, las reservas son de 10.863 millones de dólares según informe del banco central. La deuda global del gobierno es de 48.000millones de dólares y solo en el 2017 el cronograma de pago advierte que se deben cancelar 9.186 millones a los tenedores de bonos.

Mientras que la MUD (“Mesa de Unidad Democrática” oposición de derecha) le vende al pueblo que la crisis del país es por culpa de la medidas “supuestamente socialistas” que ha tomado el gobierno de Maduro, los responsables dentro del gobierno siguen suministrando un gran volumen de divisas a los empresarios y aplican políticas capitalistas. El Presidente Maduro afirma que la culpa es únicamente de una guerra económica dirigida desde los EEUU e impulsada por la MUD, pero se oculta que la economía sigue estando en manos de empresarios parásitos que viven de la renta petrolera y que sacan sus ganancias en dólares fuera del territorio nacional provocando la fuga de capitales más grande de los últimos años a pesar del control de cambio.

Aparecen los alimentos… ¿Pero quién puede comprarlos?

El gobierno, dada la crisis alimentaria, tomó la determinación de distribuir y vender los productos directamente a través de los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción). Pero los comités no llegan a toda la población, ni siquiera a aquellas personas con más bajos recursos. La mayoría de los comités se conformaron a dedo, sin basarse en la elegibilidad y revocabilidad de sus responsables por parte de asambleas de trabajadores y todos los vecinos de una comunidad. Tampoco se tomó ninguna medida económica para garantizar alimentos suficientes para repartir a todas las personas que los necesitan. Como resultado de esa falta de control y poder de decisión de las bases, ya se están extendiendo las acusaciones de que muchos de estos dirigentes designados a dedo de los CLAP están participando en las mismas prácticas que vienen desarrollando los empresarios y burócratas desde hace tiempo de esconder y revender la comida. A ello también hay que sumarle la falta de regularidad en las entregas y contenido muy limitado de las bolsas. Todo ello termina llevando al pueblo nuevamente a las colas en los supermercado y la compra a los revendedores (bachaqueros).

Al resto de la población a la que no le llegan las bolsas del CLAP, mediante decreto presidencial se autorizó a los comerciantes privados a vender comida a precios libres. De esta manera, los alimentos han aparecido en los anaqueles, pero con un precio exorbitante. El gobierno declara que a los puertos marítimos están llegando buques cargados de diferentes tipos de alimentos para así luchar contra la guerra económica. Vemos que el arroz, la pasta, los granos, el aceite… han estado llegando pero con precio no regulado, y difícilmente accesible para miles de familias. Todavía hay productos que no han aparecido en su totalidad, como por ejemplo la harina de maíz precocida, la azúcar refinada, el papel higiénico, las medicinas y la leche entera.

En Venezuela como se sabe existe un control de cambio donde hay 3 tipos de cambio: a) un dólar a Bs. 10 (DIPRO) que es exclusivo del gobierno para la importación de alimentos, medicinas, materia prima y bienes para el estado: b) el DICOM o SIMADI es un dólar de subasta donde supuestamente el empresario interviene vendiendo y comprando dólares (al momento de este escrito el valor es de Bs. 678,077): c) y el dólar paralelo que es el precio especulativo, el ilegal que en este momento se encuentra en Bs. 3.978,19. Éste último es que domina realmente el precio de los bienes en el país, por ejemplo el azúcar, un producto que el gobierno bolivariano exporta con dólares preferenciales. El problema es que sólo 3 de las 10 procesadoras de azúcar que controla en Estado están operativas y a menos de un 50% de su capacidad. Su precio regulado es de 1 kg por Bs. 460 pero el precio en la calle va desde Bs. 3.900 hasta Bs. 8.000 sin contar el precio de los revendedores. Eso sucede también con el café, el arroz el aceite, productos comprados con dólares preferenciales y vendido a precio de dólar paralelo.

La burocracia, en su afán de congraciarse con la burguesía para que reactiven la producción de la industria privada, asume y provoca situaciones que llevan al colapso de la producción. Un ejemplo es el del café. En Fama de América, por ejemplo, tras la expropiación (mientras los trabajadores intentaban desarrollar el control obrero y organizaban su sindicato para controlar la producción) ésta se vio incrementada. Tras imponerles una directiva a dedo y luego de que el gobierno interviniese a favor de esa directiva burocrática, acusada de corrupción, y acabase con la iniciativa independiente de los trabajadores, la producción cayó en picado. Algo similar pasó en la empresa privada Café Anzoátegui de Barcelona. Las denuncias de los trabajadores de boicot, acaparamiento, especulación, por parte del empresario fueron confirmadas y ratificadas públicamente por el gobierno bolivariano regional prometiendo acciones legales y apoyo a las propuestas de los trabajadores (expropiación, control obrero…) para posteriormente incumplir todas las promesas, acabar las posibilidades de organización sindical, permitir el despido de trabajadores y el acoso a los principales dirigentes mientras se mantienen subsidios al empresario y se le conceden liberación de los precios y la posibilidad de exportar masivamente el producto a otros países.

El salario de los trabajadores

Para poder paliar la crisis, el gobierno ha tenido que aumentar el salario mínimo en los últimos años, incluso hasta cuatro veces en un solo año. En marzo de 2016 se decretó un aumento del 20%, pasando a Bs 11.577,81; en mayo un 30%, a Bs. 15.051,15; en septiembre 50%, a Bs. 22.576,60; y en noviembre, otro 20% hasta Bs. 27.092,00. El bono de alimentación también se ha incrementado hasta Bs. 63.820,00, llegando a ser un concepto más elevado que el salario. El problema es que el bono no tiene incidencia en los beneficios salariales tales como vacaciones, antigüedad y bonificación de fin de año o aguinaldos. Todas estas medidas en realidad no permiten a los trabajadores y sus familias recuperar el poder adquisitivo perdido, no se aumenta las demás escalas salariales y, en la práctica, recortan derechos e ingresos a futuro. Esto ha supuesto que millones de trabajadores vean que su salario no alcanza para nada, favoreciendo la extensión del rebusque se por toda la sociedad.

Comenzando este 2017, el gobierno ha decretado un nuevo aumento del 50% llevando el salario mínimo a Bs. 40.638,15. Hasta el 2012, según cifras del Instituto Nacional de Estadística, una familia de cinco integrantes necesitaba 2.5 salarios mínimos para sus necesidades básicas. Hoy, el Banco Central, ente encargado de dar las cifras económicas, no las pública, pero el CENDAS, una institución privada, mostró cifras muy llamativas: para comprar solo la cesta básica se necesitaban Bs. 460.381,55en noviembre de 2016. Los datos representan no sólo los costos de los alimentos, sino que se incluyen precios de productos de higiene personal, limpieza del hogar, medicamentos, entre otros.

Según cifras extra oficiales, el año 2016 cerró con una inflación del 800% lo que demuestra que ningún aumento pudo paliar la situación económica de la clase obrera y los sectores populares. Es evidente que las políticas económicas impulsadas por el gobierno de ninguna manera ha logrado frenar la inflación, que es presionada por la impresión de dinero sin ningún respaldo y una especulación que no tiene control, a pesar de leyes para obligar al empresario a solo obtener un 30% de ganancia y que trata de controlar la estructura de costo.

Es evidente que toda política económica que se impulse en el marco del Estado burgués y que respete la propiedad de los grandes capitalistas, tal como se está haciendo en estos momentos, tendera a fracasar no solo por la naturaleza de la economía venezolana sino también por un sabotaje internacional que se mantiene desde tiempo del gobierno de Chávez.

Guerra económica y políticas neoliberales

La pérdida del valor de la moneda venezolana, la escasez de alimentos, la especulación, la falta de repuestos automotriz, insumos médicos, la paralización productiva…según el gobierno nacional todo esto es parte de la guerra económica dirigida contra el gobierno bolivariano de Venezuela para derrotarlo. Por supuesto, el imperialismo estadounidense, la MUD y los capitalistas son enemigos del pueblo y aprovechan todas las contradicciones que existen en la economía para acercarse a sus objetivos. Pero la pregunta es: ¿se están aplicando políticas socialistas que impidan el avance de la contrarrevolución o se sigue dejando el poder económico en manos de los empresarios? ¿Por qué se frena la organización y movilización independiente de los trabajadores y no se permitir que la clase obrera y el pueblo tomemos realmente en nuestras manos todo el poder político y económico y en cambio se negocia y se busca un acuerdo con la burguesía?

No seremos los marxistas los que neguemos la existencia del sabotaje del imperialismo y los capitalistas venezolanos, pero la corrupción, la fuga de capitales y la compra fraudulenta de productos que luego no llegan a los puertos son resultado de que la administración directa de la economía y el Estado no está en manos de los trabajadores sino de la burocracia y de muchos empresarios. Todas las tentativas que los trabajadores hemos hecho en distintas empresas por cambiar esta situación y desarrollar el control obrero no han sido atendidas e incluso han sido perseguidas (en especial tras la muerte de Chávez). La falta de intervención de los trabajadores en la producción ha servido para que empresas tomadas y expropiadas por el gobierno hayan sido llevadas a fracasar y en algunos casos a cerrar, porque fueron concebidas para competir en un mercado liberal capitalista que explota a los trabajadores.

No permitir que los trabajadores dirijan las empresas, mantener al frente de la gran mayoría de ellas a burócratas denunciados por la masa laboral por sus políticas capitalistas y antisindicales, eso sí es responsabilidad exclusiva del gobierno. Esto no tiene nada que ver con el legado de Chávez ni con sus llamadas a profundizar la revolución.

Parte de las contradicciones del gobierno se pusieron en evidencia en el mes de diciembre cuando se trató de eliminar el billete de más alta denominación para enfrentar las mafias en la frontera. Se tomó la determinación de sacarlo de la circulación en 10 días, generando una crisis que llevó en algunos estados a enfrentamiento y saqueos, todo culpa de la improvisación. Días antes de esta crisis se podía apreciar como la población sacaba sus utilidades de los bancos para acumular efectivo en sus casas, generando tal falta de liquidez en las calles, que incluso podía haber llevado a una crisis bancaria al decretar la salida del billete. Esto empujó a la población a devolver el dinero a las entidades bancarias sin ningún control, y esta situación incluso fue utilizada para el lavado de dinero de la delincuencia y el narcotráfico. Al acabarse el plazo, el pueblo aún tenía dinero en sus manos, dado que es público y notorio que en las poblaciones rurales de Venezuela no es normal la utilización del banco. Esto llevó al gobierno a prorrogar la medida en tres ocasiones, lo que permitió al final que las mafias repatriaran las monedas fuera del territorio y que el dólar especulativo haya vuelto a subir. Esto demuestra que la política económica del gobierno da vueltas dentro del sistema, incapaz de romper con una lógica que lleva al hundimiento de las condiciones de vida del pueblo.

La conflictividad laboral y social

La falta de políticas reales que solucionen los grandes problemas del pueblo trabajador ha llevado a protestas populares en distintos puntos del país todas las semanas. Muchas de ellas han terminado en saqueos y enfrentamientos con las fuerzas públicas, que no tienen el nivel para mediar sino para reprimir que es para lo que son entrenadas. Esto puede llevar más temprano que tarde a una confrontación que no podrá ser frenada ni siquiera con la represión, algo que el gobierno y la oposición saben. Y esta es la razón que les lleva a sentarse en una mesa de negociación, con el fin de frenar el descontento entre la población y ganar tiempo para ver si los precios del petróleo vuelven a subir.

La conflictividad laboral no ha parado en Venezuela desde el gobierno del fallecido presidente Chávez. La lucha de los trabajadores por sus reivindicaciones ha continuado, pero la política de los dirigentes de la CSBT en lugar de unificar todos los conflictos y demandar al gobierno una política económica auténticamente socialista, ha sido la de aislar los conflictos y buscar acuerdos por arriba con sectores de la burocracia del Estado a nivel nacional, regional o local. Incluso han apoyado medidas como los despidos en distintas empresas públicas (como RABSA y otras) o las subidas de precios. Por otra parte, dirigentes sindicales como Marcela Máspero u Orlando Chirino (que denuncian públicamente al gobierno, y que en el caso de Máspero incluso se ha pasado abiertamente a la MUD)a la hora de la verdad no tienen ninguna alternativa que unifique y desarrolle la movilización de los trabajadores y vincule esta a la necesidad de defender y profundizar en los avances sociales conquistados bajo los gobiernos de Chávez. Estos dirigentes actúan en la mayoría de ocasiones como correa de transmisión de ideas que, en la práctica, acaban favoreciendo la estrategia desmoralizadora de la burguesía.

La clase obrera venezolana necesita una política que le permita defender sus derechos laborales, unificar sus luchas y reivindicaciones y vincularlas a la defensa del proceso revolucionario. Pero muchos de aquellos que se proclaman sus dirigentes miran hacia otro lado o abandonan el campo de batalla para echarse en manos de la burocracia o de la oposición burguesa. El resultado son contrataciones colectivas vencidas —violadas por la patronal pública y privada— los despidos injustificados, acosos laborales a los dirigentes obreros y hasta sicariatos… que se repiten en el territorio nacional. Las inspectorías del trabajo se han alineado a los patrones para golpear a los trabajadores, y casi a diario hay tomas de inspectorías a nivel nacional en las que se repiten las mismas consignas: no a los despidos, contratación colectiva, violación de las contrataciones colectivas por parte de los patrones públicos y privados, por los derechos laborales.

Tanto la burguesía como la burocracia temen la organización de los trabajadores y del pueblo para luchar por nuestros derechos, porque ésta podría recuperar el camino revolucionario y disputarles el control de la economía y el Estado. Por eso les gustaría poder contener el malestar social y llegar a algún tipo de acuerdo para repartirse el poder. Pero la crisis mundial y el colapso del parasitario capitalismo venezolano son tan profundos que no encuentran una base firme para llegar a un acuerdo duradero al estilo del Pacto de Punto Fijo y estabilizar la situación.

La derecha sabe que, aún si consiguiese su objetivo y acabara tomando el gobierno, se le hará difícil imponer un paquete económico neoliberal sin una explosión social a medio plazo. Por su parte, la actual dirección del PSUV (aunque no lo diga públicamente), ha sacado la conclusión de que el comandante se equivocó cuando planteó el socialismo, acometió la expropiación de toda una serie empresas e incluso defendió públicamente el control obrero y llamo a extender el poder popular.

Desde el gobierno se está intentando demostrar a los empresarios que ellos pueden gestionar mejor que la MUD la crisis del capitalismo venezolano y aplicar subidas de precios, recortes de empleos y despidos en empresas públicas, pero intentando controlar el descontento y que haya una menor respuesta social. El imperialismo también observa que aunque la MUD ha ganado apoyo electoral y en la calle, no tiene todavía fuerza suficiente para forzar el revocatorio ni provocar un golpe militar que le permitiese acabar con el gobierno y poner a sus agentes directos en Miraflores. Por eso decidió buscar una negociación. Al menos por el momento, su objetivo es que sea el gobierno de Maduro quien aplique toda una serie de medidas contrarias a lo que necesitamos las masas e incluso a lo que Chávez defendió. Con ello avanzan en el desmantelamiento de las conquistas y derechos de los trabajadores y utilizan las consecuencias sociales de esas medidas capitalistas que está aplicando el gobierno (y que este sigue presentando como parte de la “construcción del socialismo”) para desprestigiar las ideas del socialismo y de la revolución, y provocar una profunda desmoralización entre las masas.

Cualquier programa de lucha de la clase obrera debe partir de una idea: Mientras la economía y el Estado sigan en manos de los capitalistas y la burocracia, como siempre ha defendido la MUD y como también están defendiendo en este momento los dirigentes del PSUV, será imposible resolver los problemas de los trabajadores y el pueblo. Debemos luchar por defender nuestros salarios y que suban por encima de la inflación pero ningún incremento salarial mejorará de manera definitiva la calidad de vida de los trabajadores, ni se podrá producir para abastecer al pueblo de productos de primera necesidad, mientras las empresas privadas sigan en manos de los empresarios y las nacionalizadas en manos de la burocracia que se viste de rojo y se dice chavista, pero en realidad es capitalista.

Por un frente único de izquierdas impulsar medidas a favor del pueblo

Muchos son los grupos de izquierda de diferentes tendencias que hablan de luchar contra la corrupción, la burocracia, la medidas neoliberales, por los trabajadores y el pueblo explotado y por el socialismo. Muchos buscan la unidad para frenar a la contrarrevolución e impulsar la lucha por el auténtico socialismo.

La izquierda consciente sabe que el tiempo se agota y que de no tomar las medidas y correctivos necesarios estamos entrando en un espiral que puede llevar al triunfo de la contrarrevolución. Por estas razones desde Socialismo Revolucionario e Izquierda Revolucionaria llamamos a la unidad de los revolucionarios de conciencia, sin sectarismo, con un solo norte que es la liberación del pueblo oprimido. Necesitamos construir una alternativa para impulsar un programa socialista y antiimperialista. Esto es lo único que puede enfrentar la crisis del capital mundial y puede sacar a los oprimidos de Venezuela de la catástrofe que nos amenaza.

Como organizaciones marxistas e internacionalistas, proponemos toda una serie de puntos para este programa que deben ser completados con otros que surjan de la lucha y el libre de debate de ideas entre los revolucionarios:

1. Ningún retroceso en las condiciones de vida, salarios y derechos de los trabajadores. Subidas salariales por encima de la inflación manteniendo el poder adquisitivo de los trabajadores.

2. Ninguna destrucción de empleo en empresas publicas ni privadas. Reenganche inmediato de todos los trabajadores que de manera arbitraria han sido despedidos.

3. No a las maniobras para impedir o aplazar las elecciones en sindicatos, consejos comunales ni ningún otro organismo de base de los trabajadores y el pueblo

4. Apertura de los libros de cuentas e inventarios de todas las empresas públicas y privadas a la inspección de los trabajadores y de comités de vecinos. Cese inmediato y cárcel para todos los burócratas corruptos y empresarios especuladores que han robado al pueblo.

5. Elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos y organismos o comités encargados de dar respuesta a los problemas sociales (alimentación, salud, etc). Que rindan cuentas periódicamente de su gestión ante las asambleas de trabajadores y vecinos y que todos los cargos y representantes públicos cobren el salario de un trabajador calificado.

6. Monopolio estatal del comercio exterior bajo gestión directa de los trabajadores y el pueblo para garantizar que hay alimentos suficientes y a precios accesibles para el conjunto de la población

7. Nacionalización de la banca, la tierra y las empresas fundamentales bajo gestión directa de los trabajadores

8. Lucha por el control obrero y la gestión directa de las empresas mediante consejos de trabajadores para acabar con la corrupción y agresión contra los trabajadores y el pueblo. Llevar a cabo una revolución dentro de la revolución que permita derrotar tanto la contrarrevolución burguesa como a la quinta columna burocrática.

9. Debemos conseguir tener la fuerza suficiente para aplicar este programa, Asambleas en cada centro de trabajo y cada barrio para discutir los peligros de la contrarrevolución y como enfrentarla, formando comités de acción para impulsar la defensa de las conquistas logradas en el periodo de Chávez, frente al intento de desmantelarlo tanto de los capitalistas como de la burocracia. Al mismo tiempo estas asambleas deberían discutir medidas entre los trabajadores de las fábricas y la comunidad para asegurar los alimentos y las medicinas, respondiendo desde la solidaridad colectiva de clase a la lucha por la supervivencia a que nos condenan el patrón burgués y la burocracia contrarrevolucionaria.

10. Unidad en la lucha con nuestros hermanos de clase en Bolivia, Ecuador, Cuba, Brasil, Argentina.... El socialismo solo puede ser internacional: Por la Federación Socialista de América Latina.


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