Para derrotar la ofensiva contrarrevolucionaria hay que aplicar medidas socialistas, no capitalistas

Las declaraciones del Ministro de Energía y Petróleo, y Presidente del PDVSA, Eulogio del Pino, en la XXXVIII Asamblea General Ordinaria la Cámara Petrolera Venezolana, ante los empresarios privados del sector, han causado malestar e inquietud entre amplios sectores de las bases revolucionarias. Del Pino consideró un error las nacionalizaciones de empresas relacionadas con la extracción, distribución, transporte de petróleo y otras actividades conexas de la producción petrolera acometidas por Chávez en el Lago de Maracaibo en 2009 y planteó devolver la propiedad y control de la mayor parte de esas actividades a los empresarios.

¿Qué significaron las nacionalizaciones de Chávez en el Lago de Maracaibo y qué significan las propuestas privatizadoras del Ministro de Energía y petróleo?

“Debemos ir a nuevo modelo con mayoría del sector privado y eso pasa por un reconocimiento de errores: creo que lo que se hizo en el Lago de Maracaibo tuvo muchos errores, debemos reconocerlo y hemos ido a un esquema en el cual a todos aquellos empresarios, que aún quieran continuar, vamos a devolverle sus actividades”, indicó el funcionario ante los asistentes. (…) “En la Faja del Orinoco, tenemos firmados acuerdos con 20 empresas mixtas con una modalidad que rige esta nueva estrategia que estamos llevando adelante porque son compañías en la cual la parte privada tiene 80% y Pdvsa 20%. ¿Qué significa ese 20%? Primero, permite una lista prioritaria de pagos; y segundo, le da seguridad desde el punto de vista de impuestos y permisología. Nuestra participación accionaria es para dar confianza”, enfatizó” http://www.eluniversal.com/noticias/economia/del-pino-reconoce-error-estatizaciones-zulia_412344#eu-listComments

El revuelo ocasionado por las declaraciones de del Pino ha sido tal que, inmediatamente, uno de los dirigentes más reconocidos del PSUV, Elías Jaua (ex ministro de Agricultura, ex canciller y ex vicepresidente del gobierno), salió desmarcándose públicamente, recordándole que existe un Plan de la Patria legado por el comandante Chávez que debe ser respetado. http://noticiaaldia.com/2016/07/jaua-rechazo-declaraciones-de-ministro-del-pino-por-reconocer-error-en-las-estatizaciones-de-la-col/

Las nacionalizaciones de 2009 a las que se refiere Del Pino significaron acabar con la explotación y la precariedad laboral que sufrían miles de trabajadores (especialmente jóvenes) en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo. Muchos de estos trabajadores eran salvajemente explotados por contratistas privadas (o cooperativas que funcionaban como contratistas en la práctica), percibiendo menos salario por el mismo trabajo, sometidos a condiciones de seguridad laboral que nadie controlaba, etc. La mayoría de ellos sólo podían laborar uno o dos días a la semana y las empresas se beneficiaban de esa precariedad para aplicar formas de contratación, y de organización del trabajo, más propias del siglo XIX que del XXI. No sólo eso: muchas de las empresas que Chávez nacionalizó (según Eulogio Del Pino equivocadamente) y a las que él ahora quiere devolver el control de áreas clave de la actividad petrolera se sumaron al paro petrolero de 2002. Dichas empresas eran las propietarias de lanchas, maquinaria y mano de obra que resultaban decisivas para el mantenimiento de la producción por lo que la decisión de sus propietarios de sumarse al paro significó una paralización casi total de las actividades de PDVSA en el Lago de Maracaibo. Esa paralización se vio agravada además porque, tras el proceso de la mal llamada “apertura petrolera” (en realidad una privatización encubierta), PDVSA tenía un control insuficiente sobre muchas de esas áreas productivas y conexas. Como resultado de todo ello, los planes golpistas de la burguesía venezolana y el imperialismo estuvieron a punto de saldarse con éxito. Sólo la movilización conjunta de los trabajadores petroleros revolucionarios, junto al pueblo chavista de las comunidades cercanas y sectores comprometidos con la revolución de la FANB, evitó el desastre.

De llevarse a cabo, lo planteado por Eulogio del Pino no significaría otra cosa que devolver en la práctica el control de áreas claves para el mantenimiento y eficiencia de la producción petrolera a los empresarios privados y que estos puedan utilizarlas, como ya hacen con otras áreas bajo su control (medicamentos, alimentos, etc.) para chantajear al gobierno y si éste no cede a sus presiones, o lo hace insuficientemente, intentar derribarlo en cuanto puedan. Además de una privatización encubierta de PDVSA, por pedazos y por dentro (algo que la Constitución bolivariana prohíbe y que supondría tirar por la borda el legado de Chávez y el Plan de la Patria, como señaló el propio Elías Jaua), para los trabajadores que fueron incorporados después del 2009 a la petrolera estatal, la propuesta de Del Pino, supondría una catástrofe en sus condiciones de vida y laborales. Muchos incluso podrían ser despedidos por esos empresarios privados en poco tiempo (tal como están haciendo las empresas privadas del sector petrolero en todo el mundo). El resto retornaría a las condiciones de precariedad y sobreexplotación anteriores a las expropiaciones de 2009.

Pero ¿por qué alguien como Eulogio del Pino, ministro de Energía y Petróleo, presidente de PDVSA, y uno de los responsables de la política petrolera del gobierno nacional plantea algo como lo que dijo el pasado 27 de julio? Evidentemente, alguien con tanta experiencia, no dice lo primero que se le pasa por la cabeza. Y más en un contexto como el de una reunión con los empresarios del sector, y en un momento de acoso contra la revolución como el que vivimos actualmente. Por eso, una vez que otros dirigentes tercian en la polémica y dicen que no están de acuerdo, no se puede pasar la página como si nada hubiera pasado. El problema de fondo es que las declaraciones de Eulogio del Pino, (aunque en este caso han ido más lejos) reflejan unas conclusiones y una línea política que se extiende por la mayoría de ministerios, gerencias de empresas públicas e instituciones y que, en un momento como el que estamos viviendo, resultan especialmente peligrosas.

La revolución bolivariana enfrenta la arremetida contrarrevolucionaria más dura de los últimos 18 años. Los mismos gobiernos capitalistas y potencias imperialistas que reprimen las luchas obreras en sus países, que apoyaron a asesinos como Uribe en Colombia, o apoyan regímenes represivos como los de Arabia Saudí o Turquía, hablan de dictadura en Venezuela (ocultando que bajo el proceso revolucionario bolivariano se han celebrado decenas de procesos electorales). También presentan cínicamente como “presos políticos” a asesinos fascistas como Leopoldo López.   En el terreno económico las condiciones de vida del pueblo empeoran cada día como consecuencia de las constantes subidas de precios y el acaparamiento de productos básicos y su desviación al mercado paralelo por parte de los capitalistas y burócratas corruptos para especular con los precios. Los empresarios privados achacan estos problemas al socialismo o a la intervención del Estado en la economía. No obstante, el problema es precisamente el contrario: que la gran mayoría de bancos y empresas de Venezuela siguen en sus manos. Los empresarios utilizan ese poder para especular con los precios y las divisas, sabotear la economía y buscar el máximo beneficio a costa de la miseria de la población, convirtiendo en ilusorio cualquier intento de controlar o regular la economía por parte del gobierno.

El mismo Elia Jaua, mostrando sus propias contradicciones y las del gobierno, semanas antes de fijar posición sobre las declaraciones del ministro Del Pino, realizó las siguientes declaraciones: “El 98% de las empresas en este país son privadas, solo el 2% es estatal y en la mayoría de los sectores la hegemonía la tiene el sector privado. (……)”. Por otra parte, Jaua añadió: “Mientras tanto los acuerdos necesarios con el sector privado son importantes (…) porque son ellos los que tienen la hegemonía de la economía venezolana, no es el socialismo http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/320255/jaua-respaldo-acciones-del-estado-de-apoyar-al-sector-privado/.

De hecho, en sus comentarios acerca de las declaraciones de Del Pino, Elías Jaua no dice nada respecto a uno de los aspectos más inquietantes de las mismas. Aunque Del Pino, tras el revuelo producido por sus afirmaciones ante los empresarios, hizo unas declaraciones diciendo que “no habrá privatización en PDVSA” (http://www.elmundo.com.ve/noticias/petroleo/industria/del-pino--no-habra-privatizacion-de-pdvsa.aspx) lo cierto es que lo que expuso en su discurso ante la Asamblea General Ordinaria la Cámara Petrolera Venezolana no fue un plan a futuro sino el reconocimiento de que ya hay una privatización por etapas en marcha: “En la Faja del Orinoco, tenemos firmados acuerdos con 20 empresas mixtas con una modalidad que rige esta nueva estrategia que estamos llevando adelante porque son compañías en la cual la parte privada tiene 80% y Pdvsa 20%”, dijo el Ministro. Y añadió que esa participación accionaria del estado no tiene otro objetivo que “dar confianza” a los empresarios privados.

Las declaraciones de Del Pino no son casuales, expresan que la concepción de buscar una alianza con los empresarios y abrirles cada vez más espacios en la economía e incluso en las empresas propiedad del estado es una línea que ya se está imponiendo, y particularmente en áreas tan estratégicas como la Faja Petrolífera del Orinoco, el Arco Minero, las llamadas “corporaciones socialistas”, etc. Esta línea, en la práctica, significa desmantelar la revolución y lleva al desastre.

¿Por qué los empresarios venezolanos no son “productivos” y por qué seguirían sin producir aunque el gobierno aceptara todas sus exigencias?

La guerra económica que los capitalistas han puesto en marcha hace años contra la revolución bolivariana (y que el mismo Presidente Maduro y destacados voceros del gobierno han denunciado insistentemente) no es algo separado del carácter parasitario que tiene el capitalismo venezolano desde sus orígenes. En realidad, el saboteo económico y la falta de inversión por parte de los empresarios sólo puede ser explicada y comprendida plenamente partiendo de la incapacidad histórica de la burguesía venezolana para desarrollar las fuerzas productivas y su carácter voraz y parásito, en un contexto además de crisis estructural del sistema capitalista a escala planetaria

La burguesía venezolana es de las más parásitas del mundo. Cuando la economía crecía un 8 o 10% anual (en el periodo 2004-2008) y la demanda de productos y capacidad de consumo de las masas crecía gracias a la distribución más justa del ingreso petrolero por parte del gobierno bolivariano y las políticas económicas expansivas del gasto público acometidas por éste, los empresarios privados ya preferían mantener la capacidad productiva de sus industrias a un 50% (aunque el gobierno les daba ayudas y concedía dólares a precio preferencial para importar tanto materia prima y maquinaria como bienes destinados directamente al consumo). Para responder a esa desinversión empresarial, el gobierno dedicaba un porcentaje cada vez mayor de la renta petrolera a importar los productos que los empresarios venezolanos no querían producir porque ganaban más dinero especulando con los precios y los dólares que el mismo estado les entregaba, y desviándolos al mercado paralelo.

Los capitalistas venezolanos son tan parásitos y especuladores que no sólo se han negado a invertir seriamente en la industria productiva bajo los gobiernos de Chávez y ahora de Maduro a causa, según afirman ellos, “de los controles e intervencionismo del estado”. Bajo la IV República, cuando tenían a sus representantes directos en Miraflores y dictaban las leyes y actuaciones que querían al gobierno de turno, los empresarios venezolanos ya eran incapaces de desarrollar las fuerzas productivas y satisfacer las necesidades sociales. Eso fue lo que llevó en última instancia al “caracazo” y lo que abrió en el país un periodo de crisis revolucionaria.

A los propios economistas e investigadores burgueses más serios no les queda más remedio que reconocer este hecho. En su trabajo “La inversión privada y el empobrecimiento sostenido de Venezuela” el economista burgués Miguel Ángel Santos explica que la incapacidad del capitalismo venezolano para desarrollar las fuerzas productivas es un problema endémico. Y la causa fundamental del incremento de la pobreza en el país. Santos explica con todo lujo de detalles que hay una caída prácticamente constante en la Formación Bruta de Capital Fijo (que mide la inversión en nuevas instalaciones y maquinaria) en Venezuela desde el periodo 1978-83. Además, la inversión privada (incluso cuando la burguesía tenía un gobierno en Miraflores que aplicaba todas las políticas que ella exigía) se mantuvo desde 1978 por debajo del crecimiento del PIB y de la inversión pública.

Según Santos, esa caída “está ocasionada fundamentalmente por el desplome de la inversión privada que ocurre en el quinquenio 1978-1983. Esa tendencia (…) no ha sido reversada nunca desde aquel entonces. (…) Desde 1983 hasta el 2004 la tasa de crecimiento promedio de la economía venezolana ha sido apenas 1,53%. (…) Cada año el capital invertido en planta y equipo en Venezuela se deprecia aproximadamente 7% del PIB (…) No es difícil concluir que desde 1983 Venezuela lo que ha hecho es mantener su capacidad instalada prácticamente fija (…) Más de veinte años (1983-2004) sin invertir, con la economía creciendo 1,53% mientras la población crecía anualmente a una tasa de 2,28%, producen el formidable deterioro en el ingreso por habitante venezolano y la pobreza (…) Los niveles de inversión que ha registrado Venezuela a partir de 1983 son consistentes con tasas de crecimiento muy bajas, con las cuales es imposible detener el proceso de empobrecimiento que comenzó a partir de 1980”.

Esta incapacidad histórica de la burguesía venezolana para desarrollar las fuerzas productivas y garantizar unas condiciones de vida dignas a las masas no sólo no ha cambiado sino que se ve reforzada hoy por la curva descendente en el desarrollo de las fuerzas productivas que muestra la economía capitalista mundial. Esa es la razón de que todos los intentos de forjar una alianza productiva con los empresarios por parte de los reformistas hayan fracasado y de que cualquier intento de gestionar la crisis del capitalismo venezolano (ya sea por parte de la burocracia o de los representantes políticos directos de la burguesía – la MUD-) esté igualmente llamado al fracaso.

¡No a la conciliación con los empresarios!

La conclusión de todo esto para quienes apoyamos el proceso revolucionario venezolano debería ser clara. La única manera de defender el legado de Chávez y evitar que los contrarrevolucionarios puedan tener éxito en sus planes es aplicar medidas socialistas que acaben con la propiedad capitalista de los medios de producción, permitan planificar democráticamente la economía y resolver de ese modo los graves problemas que sufrimos los trabajadores y el pueblo. Sólo así será posible recuperar el ánimo y la moral de las masas y derrotar la arremetida imperialista y contrarrevolucionaria (de la cual el revocatorio es el envoltorio con el cual intentar engañar a un sector de las masas).

El principal problema que enfrenta la revolución para llevar adelante un programa socialista y dar ese golpe de timón a la izquierda que reclamó el propio Chávez poco antes de su fallecimiento es que en casi todas las empresas públicas, ministerios e instituciones existen dirigentes que, como Eulogio del Pino, se dicen chavistas y revolucionarios pero, en lugar de aplicar medidas socialistas, están defendiendo el objetivo de llegar a un pacto con los empresarios y un sector del imperialismo para gestionar la crisis del capitalismo.

Como consecuencia de ello, están aplicando medidas contrarias a los intereses y propuestas de la clase obrera como despidos masivos en las empresas públicas, connivencia con los empresarios privados para incumplir la LOTT o la LOPCYMAT, no ejecución de reenganches, recortes en los derechos y hasta en la inversión más necesaria desde un punto de vista social, etc. Toda esta situación está debilitando el apoyo a la revolución entre las masas y permitiendo a la burguesía y la MUD avanzar.

Si la derecha llegase a Miraflores llevaría a cabo el mismo programa contrarrevolucionario y antipopular que tenían cuando dieron el golpe contra Chávez en abril de 2002 o que llevó al caracazo en 1989. Pero es mucho más difícil explicar a miles de ciudadanos que el programa de la MUD es atacar a los trabajadores, acometer despidos, recortes y privatizaciones (como Macri en Argentina) si hay gerentes, ministros, gobernadores y alcaldes del PSUV que están defendiendo e incluso aplicando algunas de esas mismas políticas capitalistas que hacen pagar los platos rotos de la crisis a los trabajadores y el pueblo.

Uno de los casos más escandalosos es el de la Red de Abastos Bicentenario (RABSA), donde -a pesar del compromiso público del Presidente Maduro de garantizar los empleos- la presidencia de la Red y las personas a cargo de la restructuración de la empresa han despedido ya a 2.800 de los 9.000 trabajadores. Las propuestas revolucionarias presentadas por los trabajadores (apertura de libros de cuentas e inventarios para luchar contra la corrupción, elegibilidad y revocabilidad de gerentes y control obrero) no han sido escuchadas y, mientras los corruptos siguen en sus puestos, decenas de dirigentes revolucionarios (empezando por militantes de partidos que apoyan el proceso revolucionario) están siendo botados.

Pero lo que está pasando en RABSA, lamentablemente, no es ninguna excepción. En SIDOR y otras empresas básicas de Guayana, Cafè Venezuela, Fama de América, en las cementeras y las azucareras, en Corpoelec, en varias alcaldías y gobernaciones bolivarianas, en la propia PDVSA, el Ministerio de Ecosocialismo y Aguas (MINEA), ENATUB (en Anzoátegui) y otras muchas empresas públicas, o que fueron nacionalizadas bajo este proceso revolucionario, los trabajadores están denunciando despidos, violaciones de derechos y una arremetida anti-obrera por parte de las Juntas Directivas y los gerentes. RABSA y todas las demás empresas citadas, las Misiones, la LOTTT, la LOPCYMAT, el derecho a que los salarios suban igual o por encima de la inflación, el control obrero, los sindicatos y consejos de trabajadores, son también parte del plan de la Patria y del legado de Chávez. Aplicar medidas capitalistas contra estos avances conquistados por la clase obrera significa golpear a la clase obrera y el pueblo y llevar la revolución al desastre.

Las bases revolucionarias debemos movilizarnos unitariamente y presentar un programa para defender y completar el legado de Chávez con medidas socialistas que pongan el poder en manos de los trabajadores y el pueblo

Al igual que se están oyendo las voces de los sectores más derechistas de la burocracia planteando desmantelar, en la práctica, el legado de Chávez; también se están oyendo voces dentro del movimiento obrero y popular, en las bases del PSUV, la CSBT y la JPSUV, y en muchas de las organizaciones que integran el Gran Polo Patriótico defendiendo que frente a la crisis económica y la ofensiva de la derecha no se pueden aplicar medidas capitalistas sino socialistas. Uno de los pronunciamientos más significativos ha sido el del Partido Comunista de Venezuela, en varias de sus declaraciones públicas y a través de sus diputados Pedro Eusse y Oscar Figuera. Los dirigentes del PCV han llamado a las masas a mantenerse firmes en la defensa de la revolución, no caer en el desánimo ni la confusión que tratan de crear la derecha y el imperialismo pero al mismo tiempo también han llamado al Presidente Maduro a reunirse con las organizaciones revolucionarias que integran el Gran Polo Patriótico y con los trabajadores en lucha y discutir una política frente a la crisis basada en medidas socialistas.

“Figuera en rueda prensa alertó hoy que: “No son con medidas capitalistas que se va a resolver la crisis venezolana”…“Es con medidas profundamente revolucionarias que implican mayor participación y mayor poder de nuestro pueblo, en esa dirección estamos exhortando al presidente Maduro a que abra un espacio de discusión con las fuerzas revolucionarias que durante 17 años hemos y seguimos acompañando este proceso popular, bolivariano, revolucionario…”Destaco Figuera: “No se entiende que el Gobierno y el Presidente pueda reunirse con todo el mundo, incluyendo con sectores capitalistas, y no con las fuerzas revolucionarias…” http://www.aporrea.org/actualidad/n292992.html Otros dirigentes y colectivos revolucionarios integrados en el GPP y el movimiento bolivariano se han pronunciado en el mismo sentido: contra las concesiones a los empresarios, y han planteado que la única salida a la actual situación pasa por un giro a la izquierda.

El Frente Nacional de Lucha de la Clase Trabajadora (FNLCT) que agrupa a diferentes sindicatos y colectivos de trabajadores y delegados de prevención comprometidos con la defensa del proceso revolucionario y del gobierno bolivariano ha organizado ya varias movilizaciones de calle rechazando la aplicación de medidas capitalistas como despidos y recortes en distintas empresas públicas y privadas, ha demandado públicamente al Presidente Nicolás Maduro que revise lo que está pasando en RABSA, Corpoelec, Misión Barrio Adentro, centrales azucareras y otras muchas empresas y frene esas actuaciones anti-obreras. El jueves 4 de agosto trabajadores de varias de esas empresas se concentraban ante el Ministerio de Trabajo en Caracas y exigían que se escuchen sus reclamos y propuestas para defender el legado de Chávez por la izquierda. Estas acciones representan un paso adelante muy importante que debe ser apoyado por todos los revolucionarios y continuado incorporando más sectores en lucha en próximas movilizaciones.

Es necesario que todas estas expresiones y propuestas de izquierda se organicen y movilicen de forma lo más unitaria posible, llevando no sólo al gobierno y la dirección del PSUV sino al conjunto del pueblo sus propuestas para enfrentar la crisis y la arremetida imperialista con medidas basadas en el legado socialista y revolucionario de Chávez, complementando estas con las propuestas y reivindicaciones socialistas que los propios trabajadores y el pueblo hemos venido desarrollando en diferentes movilizaciones y luchas durante los últimos años. Desde la Izquierda Revolucionaria proponemos:

¡Expropiación de la banca, la tierra y las grandes empresas bajo control de la clase obrera y el pueblo!

¡Ni un dólar a los capitalistas! ¡No al pago de la deuda externa! ¡Monopolio estatal del comercio exterior y plan democrático bajo administración directa de los trabajadores y las comunidades organizadas para reactivar la producción y garantizar el abastecimiento!

¡Todo el poder político y económico a los trabajadores y el pueblo para derrotar al capitalismo y el burocratismo y salvar la revolución!

¡Elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos, que ningún dirigente cobre más que un obrero calificado, apertura de los libros de cuentas e inventarios a la inspección de comités elegibles y revocables por asambleas obreras y populares!


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