Se acaban de cumplir dos años del inicio de la segunda Intifada y hoy está más lejos aún una solución para la cuestión palestina. Los "líderes" mundiales y los medios de comunicación destacan la humillante situación de Arafat, retenido en sus oficiSe acaban de cumplir dos años del inicio de la segunda Intifada y hoy está más lejos aún una solución para la cuestión palestina. Los "líderes" mundiales y los medios de comunicación destacan la humillante situación de Arafat, retenido en sus oficinas y rodeado por tanques israelíes, pero más trágica y humillante es la situación en la que vive toda la población palestina. Desde hace dos años el estado israelí ha asesinado a casi 2.000 palestinos y herido a casi 20.000. Los palestinos han visto cómo los tanques y misiles israelíes han destruido sus casas y el bloqueo impuesto por el ejército israelí ha endurecido aún más sus ya míseras condiciones de vida, incrementando dramáticamente el desempleo. El 70% de la población en Gaza y el 50% en Cisjordania se encuentran sin trabajo. En la actualidad, tres cuartas partes de la población palestina vive con menos de dos dólares al día.

Malestar entre la clase obrera palestina

Todo esto está creando un caldo de cultivo para futuras explosiones sociales. Coincidiendo con el último asedio a Arafat, por primera vez en meses los palestinos se echaron a las calles desafiando el toque de queda impuesto por el ejército israelí. En la mayoría de las ciudades palestinas (Gaza, Nablus, Ramala...) miles de palestinos se manifestaron y han iniciado una campaña de desobediencia civil para desafiar al ejército israelí. Esto ha preocupado no sólo a la clase dominante israelí, también a la Autoridad Palestina (AP) que no es capaz de controlar la situación.

A principios de julio, 5.000 trabajadores palestinos se manifestaron en Gaza frente al Consejo Nacional Palestino para exigir un trabajo alternativo o un subsidio de desempleo. Después se dirigieron hacia las oficinas de Arafat. Una vez allí exigieron saber qué ha pasado con el dinero que en 1993 se destinó para el subsidio de desempleo y del que no se sabe nada desde entonces.

Se trata de la primera movilización exitosa de la clase obrera palestina, consiguió tal apoyo popular, tanto entre la población palestina como la israelí, que obligó, por un lado a que la AP se entrevistara rápidamente con los parados, y por otro lado, a que el gobierno de Sharon anunciara urgentemente un plan de lucha contra el paro (la tasa de paro en Israel supera el 10%).

Pero ha habido más manifestaciones de descontento con la AP. A principios de septiembre cientos de niños, padres y jóvenes se manifestaron e incluso ocuparon los centros de enseñanza para exigir su apertura y también protestaban por la parálisis que parece sufrir la AP. El último asedio de Sharon a Arafat parece que le libró de algunos problemas, como aparecía en un artículo del periódico israelí Haaretz: "Periodistas palestinos, con cierto tono irónico, señalaron ayer que el gobierno de Sharon salvó a Arafat. Hasta hace tres días tenía una larga serie de problemas y nadie sabía cómo salvarle" (Haaretz, 23/9/02). A estos problemas con la población palestina hay que añadir las luchas intestinas en el seno de la OLP y Fatah por la sucesión de Arafat, una guerra interna plagada de maniobras conspirativas, amenazas de muerte.

Israel

En el nº 152 de El Militante publicamos un artículo extenso sobre la realidad económica israelí. La situación ha ido de mal en peor, los precios de los productos básicos siguen aumentando, los despidos se acumulan; según la Asociación de Manufactureros, en unas semanas habrá 8.000 despidos en este sector, el sector tecnológico ha reducido un 25% su fuerza laboral. Las perspectivas siguen siendo sombrías. En el último informe del FMI se prevé que sólo 3 de los 29 países capitalistas desarrollados tendrán un crecimiento económico negativo: Islandia, Japón e Israel.

El gobierno de Sharon para hacer frente al déficit público (agravado por los gastos ocasionados por la ocupación) ha empezado una masiva campaña de privatizaciones. El último anuncio es la privatización del servicio postal que supondrá el despido de 600 trabajadores. Esto ha llevado al Histradut a anunciar la convocatoria de una huelga general en el sector público.

Los jóvenes y trabajadores israelíes también están cansados de la ocupación y de la guerra de Sharon. La idea de conseguir la paz con los palestinos cada vez reúne más adeptos entre los israelíes. Uno de los últimos síntomas es la expectativa que han despertado las primarias para elegir el próximo candidato electoral del Partido Laborista. En todas las encuestas sale como favorito Amram Mitzna (alcalde de Haifa). El otro candidato es Ben Eliezer, actual ministro de Defensa y representante del ala más derechista del PL.

Mitzna ha despertado muchas esperanzas, no sólo entre los israelíes, también entre la población árabe, porque defiende, entre otras cosas, paz y negociación sin condiciones y la división de Jerusalén. Por ahora cuenta con el apoyo de la mayoría de los dirigentes de la izquierda israelí y de aquellos laboristas que se oponen a participar en el gobierno de Sharon. Ahora bien, el que sea favorito en las encuestas no es garantía de éxito, en las últimas primarias hubo acusaciones de pucherazo, y el otro candidato, Ben Eliezer controla firmemente el aparato del partido. También es significativo que un sector de la burguesía israelí (la vinculada al sector industrial) haya dado su apoyo a Mitzna lo que demuestra que hay un sector de la clase dominante que apuesta por la negociación como una solución al conflicto. Mitzna es un brigada del ejército israelí muy famoso desde que en 1982 dimitiera en protesta por la matanza de Sabra y Shatila.

Pero las perspectivas electorales del PL por ahora son poco halagüeñas, de hecho, las últimas encuestas dicen que podría pasar de ser el primer partido del parlamento, al tercero e incluso el cuarto. Está claro que pagará el precio de su participación y colaboración con Sharon.

La guerra sangrienta de Sharon también implica un ataque salvaje contra los trabajadores israelíes, éstos no van a sacar nada bueno de esta guerra y los palestinos no van a ser las únicas víctimas. La realidad está demostrando que la única solución a los problemas de Israel y Palestina pasa necesariamente por la lucha unificada de la clase obrera palestina e israelí. Ambas tienen problemas en común: paro, pérdida de poder adquisitivo, represión... y la única salida sólo puede venir a través de una alternativa socialista e internacionalista.


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