A raíz de la crisis económica, social y política argentina se suscita la pregunta ¿seguirá Brasil el mismo destino? La opinión predominante de los analistas burgueses, especialmente en Brasil, es de que no va a ser así. Tratan de dar un carácter espeA raíz de la crisis económica, social y política argentina se suscita la pregunta ¿seguirá Brasil el mismo destino? La opinión predominante de los analistas burgueses, especialmente en Brasil, es de que no va a ser así. Tratan de dar un carácter especial y único a la crisis argentina e incluso hay quien afirma que el hundimiento económico de este país fortalecerá la posición comercial de Brasil en el continente. Este tipo de argumentos, más que en datos objetivos, parece fundamentarse en la filosofía de "reír para no llorar ". Si bien es cierto que la situación económica en Brasil no es tan grave como la que existía en Argentina antes de la suspensión de pagos también es verdad que los desequilibrios internos de la economía brasileña no tienen mucho que envidiar a la de su vecino. Veamos algunos datos.

En el mes de diciembre la deuda externa del gobierno y las empresas argentinas llegaba a 1.000 millones dólares, menos del 30% de su PIB. En Brasil la deuda externa es mayor tanto en términos absolutos como en términos relativos. Se situó en 216 mil millones de dólares, casi el 40% del PIB brasileño.

En cuanto a la deuda interna si bien es cierto que son diferentes debido a que gran parte de la deuda interna argentina estaba dolarizada, un análisis más detallado demuestra que la diferencia no es tanta: de los 450 mil millones de reales de la deuda pública brasileña en el mercado en noviembre del año pasado 175 mil millones, es decir, casi el 40% estaban ligados al dólar. Es más, el 90% de la deuda interna brasileña, si no está ligada al dólar está ligada a los tipos de interés overnight, cuyo valor es determinado por el mercado día a día. El peso del pago de intereses en el presupuesto brasileño es muy alto teniendo en cuenta que los tipos de interés en Brasil son de los más altos del mundo, un 19%. La mitad del presupuesto del estado para el año 2002 depende que la emisión de bonos del estado.

Estos desequilibrios se pueden soportar mientras la economía crezca, pero en un contexto de recesión mundial, desvalorización del real y en una situación en la que se prevé una dura caída de las exportaciones a Argentina (un 8 % del total de las exportaciones brasileñas) la situación puede llegar a ser insostenible.

De hecho, la economía brasileña está ya en recesión. Mientras el incremento del PIB en el 2000 fue de un 4,36% el año pasado se redujo al 1,51% y la tendencia a la baja seguirá profundizándose este año. De hecho, en el último trimestre de 2001 el PIB retrocedió un 0,69% y lo más significativo es que la producción industrial se saldó con caídas del 2,03% y del 5,48% en los dos últimos trimestres del mismo año.

Huelga general el 21 de marzo

En el terreno político, al igual que en Argentina, existe un profundo rechazo de la población hacia la política de privatizaciones llevada a cabo por el gobierno de Cardoso en los últimos siete años. Este descontento se puso de manifiesto en las elecciones municipales de hace dos años en las que PT obtuvo un espectacular aumento de votos. En las próximas elecciones presidenciales, en noviembre, el PT encabeza las encuestas de forma clara. Se podría unir de el triunfo de un partido de izquierdas, con profundas raíces en el movimiento obrero, con un repunte de la lucha de clases. Para el día 21 de marzo la CUT ha convocado huelga general en Brasil contra la intención del gobierno brasileño de restringir el derecho a huelga y recortar conquistas laborales históricas de la clase obrera brasileña (ver EM nº 146). Después de prácticamente una década de relativa parálisis la clase obrera está desentumeciendo sus músculos y su entrada en escena desplazará a América Latina hacia el rojo aún más.


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