El pasado 14 de mayo 5.000 trabajadores de la fábrica de Renault en el noreste de Turquía se pusieron en huelga. La rápida extensión del conflicto a otras plantas de la región y del país (como la Fiat y, posteriormente, algunas plantas de Ford) provocó una caída dramática en la producción de coches del país y se convirtió en una gran huelga regional, demostrando la potencia de la clase obrera turca.

Los motivos de la huelga son la demanda de una subida salarial del 60% y mejoras en las condiciones de trabajo. La huelga comenzó con la paralización de las actividades del turno de mañana, pero rápidamente se extendió al resto de los turnos de la factoría de Renault en la ciudad de Bursa, la cuarta ciudad más grande de Turquía y el centro del conglomerado automovilístico del país.

Las protestas se dirigen también contra el sindicato turco del metal, Türk Metal, que firmó un convenio de tres años con la patronal del sector (MESS) duramente criticado por los trabajadores. Turquía es uno de los países con más baja afiliación de la OCDE, apenas un 5,2% frente a un 17% de media de resto de los países, sin embargo esto no ha sido un obstáculo para el estallido de conflictos muy radicalizados en los que la clase obrera ha chocado con la dirección de las centrales sindicales: la lucha y el nivel de organización de los trabajadores van en aumento y sus demandas entran en conflicto con una política que no responde a sus intereses.

El conflicto de los trabajadores automotrices turcos llegó a un punto de inflexión en 2012 en la fábrica de Bosch. La lucha de los obreros condujo a la renegociación del convenio de la empresa, firmado por la dirección de Türk Metal. Este convenio fue rechazado por los trabajadores, que se desafiliaron y demandaron su salida de todas las empresas. La mejora de las condiciones del convenio en la Bosch, enfrentándose a la patronal y a la dirección sindical supuso un acicate para el resto de trabajadores.

En enero de este año, el propio Türk Metal tuvo que llamar a la huelga general en el sector, afectando a 10 ciudades, 22 fábricas y 15.000 obreros metalúrgicos, reclamando la igualdad salarial entre los trabajadores nuevos y los que llevan más tiempo en la plantilla. Esta huelga tuvo una gran repercusión. El salario medio del trabajador turco es de 320 euros. En esta nueva movilización de mayo de 2015, que ha salido desde la base, la dirección de Türk Metal fue, de nuevo, sobrepasada por la acción de los trabajadores.

El sector automotriz turco ha crecido durante los últimos años debido a que sus costes laborales son más bajos que en el resto de Europa. La ubicación estratégica de Turquía, entre Europa y Asia, es muy beneficiosa para las grandes multinacionales automotrices, muchas de las cuales se encuentran instaladas en Turquía: Renault, FIAT, Toyota, Ford y Hyundai. Renault es dirigida por una joint venture con el fondo de pensiones del ejército de Turquía, Oyak, y produce unos 318.000 autos por año, manteniendo una cuota de mercado (turco) del 43%. La empresa FIAT-Tofas produce unas 240.000 unidades anualmente y está invirtiendo millones para la producción de la nueva familia de autos compactos que reemplazarán al FIAT Bravo en Europa. Las plantas turcas vienen ensamblando líneas como la Doblo y Fiorino para Fiat, el Citroën Nemo, Peugeot Bipper y el Opel/Vauxhall Combo. Turquía produjo más de 1,25 millones de vehículos en el año 2014, convirtiéndose en el quinto productor de autos europeo. La producción y comercialización de autos significa el 14% de las exportaciones de Turquía. El 70% de ellas se dirige a otros mercados europeos.

Sólo se puede entender la lucha de los obreros del sector automotriz turco dentro del auge general de la lucha de clases en Turquía que empieza a tomar tintes prerrevolucionarios. En julio de 2013 se produjeron movilizaciones en todo el país contra el gobierno de Erdogan, tras el desalojo de una acampada pacífica contra la destrucción del parque Gezi, en el centro de Estambul, y que provocó 4 muertos y centenares de detenidos en enfrentamientos que tuvieron una amplia difusión en los medios de comunicación en todo el mundo. En 2014 se vivió una impresionante huelga general contra la inseguridad laboral tras la tragedia de Soma en la que murieron 282 mineros y que sacudió el país de arriba abajo. La lucha lejos de decaer va extendiéndose a cada vez más sectores de la clase obrera y las masas. Esta huelga llega unas semanas antes de las elecciones del 7 de junio que nuevamente mostrarán la fuerte polarización existente en el país.

*Articulo redactado con informaciones de la izquierda diario.com, la vanguardia, Prensa Latina


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