El próximo 5 de mayo se celebrarán elecciones generales en Gran Bretaña después de ocho años de gobierno laborista. Durante este tiempo los laboristas han tenido una amplia mayoría en el parlamento y además han contado con la incapacidad de organizar

Sin embargo, la posibilidad de que Blair revalide su mayoría absoluta esta cada vez más en duda, como reflejaron las últimas elecciones europeas, donde la mayoría de los trabajadores prefirió abstenerse y actualmente las encuestas den sólo una ventaja de dos puntos a Blair.

El fracaso de la “tercera vía”

Esta situación no se explica sin hacer un balance de la política que ha llevado Blair durante estos ocho años y que se ha centrado sobretodo en aplicar duros recortes a la clase trabajadora, a la vez que no se han abolido ninguna de las leyes antisindicales introducidas por el gobierno de Margaret Thatcher.

En política interior, con el gobierno de Blair no se han resuelto las grandes desigualdades existentes desde la época Thatcher, sólo ha introducido un salario mínimo ridículo en comparación con las condiciones que existían antes. Blair había puesto como ejes centrales de su gobierno la mejora de la educación y la sanidad, algo que no ha mejorado ni un ápice para la mayoría de la población debido a su política de trasvasar fondos públicos a empresas concertadas. A esto habría que añadir los graves ataques a las libertades democráticas, con un duro recorte al derecho de asilo de los inmigrantes, junto con la reciente ley que permite detener de forma indefinida a cualquier persona sospechosa de terrorismo.

Política servil hacia el imperialismo estadounidense

Pero sin duda lo más conocido de Blair ha sido su política servil hacia el imperialismo norteamericano, tanto con Clinton, apoyando sus bombardeos humanitarios sobre Iraq y Sudán, como con Bush, con el envió de 40.000 soldados a Iraq. Así, pese a los esfuerzos de Blair en hacer propaganda sobre las “buenas maneras” de los soldados ingleses, junto con toda la campaña de mentiras que se vertió por parte del gobierno, no han servido para convencer a la población británica que al inicio de la guerra, hace dos años, protagonizó las mayores manifestaciones de la historia británica y en abril de este año decenas de miles volvieron a llenar las calles de Londres para protestar contra la ocupación imperialista de Iraq. Por esa razón, la cuestión de la guerra se ha convertido en un tema de gran importancia en estas elecciones.

Polarización política

La campaña electoral está evidenciando la profunda polarización social que vive Gran Bretaña. Mientras Blair defiende todo tipo de medidas derechistas, los conservadores se han quitado la máscara y su nuevo líder, Michael Howard, ha presentado un programa claramente reaccionario que incluye entre sus ejes centrales la incorporación de 5.000 policías al año, 20.000 nuevas plazas carcelarias (en el país con mas presos de Europa) o el derecho a renunciar al Capítulo Social de los tratados de la UE.

Aun así no todos los partidos en Gran Bretaña se esfuerzan por ver quien es más de derechas, una perspectiva claramente oportunista, el otro partido burgués, el Partido Liberal, ha optado por una imagen más “progresista”. Ahora defiende entre otras cosas la vuelta de las tropas de Iraq o incluso ¡la renacionalización del ferrocarril! Es posible que aumente su representación en el parlamento pero eso no les salvará del problema en el que se verían envueltos cuando como “grandes estadistas” tengan que ponerse a gobernar.

Por último, y pese a que de forma interesada no salgan noticias de ello en la prensa burguesa de este país, se ve cada vez de forma más nítida un giro a la izquierda entre la poderosa clase obrera británica. Los sindicatos, que han experimentado durante los últimos años un importante giro a la izquierda en sus direcciones, ha tenido sus primeras escaramuzas con el gobierno de Blair, la última por el tema de las pensiones y que llevó a la convocatoria de huelga por parte de los cuatro principales sindicatos, desconvocada a última hora por las concesiones hechas por el gobierno de Blair.

A ello habría que sumar la creación de forma organizada de un ala de izquierdas dentro del Partido Laborista, que durante el último período había sufrido un enorme giro a la derecha como quedó reflejado con la abolición de la lucha por el socialismo de su programa, llevando a muchos a poner el RIP sobre él. Así, esta ala de izquierdas, agrupada en torno al Comité por la Representación Laborista, está formada por un grupo de parlamentarios apoyados por los sindicatos más de izquierda y para estas elecciones han presentado, como fracción, un programa claramente a la izquierda.

Con este panorama, el resultado de las elecciones, donde lo más probable es una nueva victoria de los laboristas, no deja de ser algo irrelevante en el sentido de que no detendrá a los trabajadores británicos en las futuras luchas que se avecinan.


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