El 20 de octubre los trabajadores del sector público ruso fueron a la huelga para protestar por sus bajos salarios y condiciones laborales. En la huelga se calcula que participaron unos cuatro millones de trabajadores, fundamentalmente profesores y trabajadores de la sanidad pública. Dos millones y medio participaron en los distintos mítines y manifestaciones que se celebraron por todo el país, a los que se unieron 1,4 millones de trabajadores industriales. Esta es la segunda protesta con carácter estatal de los trabajadores rusos, la anterior fue el pasado 10 de junio ante los planes del gobierno Putin de eliminar las distintas ayudas a la vivienda, sanidad, transporte, etc., que tienen los veteranos, los jubilados y los enfermos, y que en la práctica sería condenarles a la más absoluta miseria.

 

Los trabajadores exigen un aumento salarial para este año del 50% y doblar sus salarios el próximo año. Actualmente un trabajador público gana como media 125 dólares al mes; si tenemos en cuenta que el salario medio en Rusia es de 245 dólares, están ganando aproximadamente la mitad del salario medio. Hay ciudades como Vozonev donde el 90% de los profesores para poder subsistir tienen que recurrir al pluriempleo.

Esta huelga, junto a las protestas mineras de la pasada primavera, son la primera prueba del malestar social que existe en Rusia con el gobierno Putin y su política capitalista y demuestran también que la clase obrera rusa está comenzando a despertar de la conmoción producida por la restauración capitalista y que está dispuesta a recuperar lo perdido.


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