El 20 de noviembre dos explosiones destrozaron las oficinas del banco británico HSBC y el consulado británico situados en una zona muy concurrida de Estambul. Los atentados llegaban sólo unos días después de los atentados suicidas contra dos sinagogaEl 20 de noviembre dos explosiones destrozaron las oficinas del banco británico HSBC y el consulado británico situados en una zona muy concurrida de Estambul. Los atentados llegaban sólo unos días después de los atentados suicidas contra dos sinagogas de la misma ciudad. El ataque fue reivindicado por un grupo islámico local y por una ramificación egipcia de Al Qaeda. Estos actos estaban muy bien planificados, se realizaron con una eficacia despiadada y sin ningún tipo de consideración por la vida humana. La mayor parte de las víctimas eran turcos normales que simplemente pasaban por allí. Las escenas de la matanza mostraban a hombres, mujeres y niños con heridas horribles, a personas presas del pánico intentando ayudar a los supervivientes.

Los marxistas condenamos completamente este acto de terrorismo brutal y bárbaro. No se puede justificar desde ningún punto de vista político. No ayuda al pueblo de Iraq. No asesta un golpe al imperialismo mundial. No debilitará al Estado turco. Todo lo contrario. Hace el juego al imperialismo y al Estado turco, y ayuda al ala más reaccionaria de la clase dominante estadounidense y británica, proporcionándoles la excusa necesaria para justificar su política agresiva.

El momento de los atentados no es una casualidad. Como los objetivos eran británicos todo hace suponer que querían coincidir con la visita a Londres de George Bush. Ese mismo día 200.000 personas se manifestaron en contra de Bush por las calles de Londres, pero los terroristas consiguieron quitar esta manifestación de masas de las portadas de los medios de comunicación.

En lugar de responder a las protestas de los manifestantes, Bush y Blair, tuvieron una oportunidad maravillosa de desviar la opinión pública de sus actividades criminales en Iraq y dedicar su intervención a la llamada “guerra contra el terrorismo”. A pesar de sus protestas públicas, estos atentados en el fondo les vinieron muy bien.

Pero los argumentos de los imperialistas destilan hipocresía. Las bombas que mataron a personas inocentes en Estambul fue un crimen monstruoso. Pero ¿qué derecho tienen Bush y Blair a criticarlo cuando ellos son los responsables de crímenes aún más monstruosos? Ellos son los que han ordenado el bombardeo de Iraq que ha causado la muerte y han herido a decenas de miles de civiles. Son ellos los que están llevando a cabo la brutal ocupación de Iraq que está provocando todos los días muerte y sufrimiento. Esto también es terrorismo, terrorismo de estado a gran escala dirigido contra todo un país.

Los imperialistas dicen estar ganando la batalla contra el terrorismo, pero la realidad es que el mundo ahora es un lugar más peligroso que antes del 11-S. Al día siguiente de los atentados de Estambul, el periódico británico Daily Mirror mostraba en su portada la fotografía de una de las víctimas con el siguiente titular: “¿Un mundo más seguro?”

Los marxistas luchamos contra el imperialismo y nos oponemos a la ocupación de Iraq. Pero luchamos con los métodos de la clase obrera: manifestaciones de masas, huelgas y boicots. Explicamos a la clase obrera de todo el mundo que su causa —la causa del socialismo— requiere luchar contra todas las manifestaciones de injusticia y opresión, y que es necesario defender los derechos de los pequeños pueblos oprimidos contra los grandes rufianes y saqueadores, en particular el imperialismo estadounidense, la fuerza más contrarrevolucionaria del planeta.

Apoyamos cada paso que ayude a educar en este sentido a las masas. Pero nos oponemos con todas nuestras fuerzas a las acciones que reducen el nivel de comprensión de la clase trabajadora y la desvían de su objetivo. Los actos de terrorismo individual siempre maleducan a los jóvenes y trabajadores, bajando el nivel de su conciencia revolucionaria. Por esa razón los marxistas siempre hemos rechazado la táctica del terrorismo individual; no por razones morales, sino simplemente porque es inútil y contraproducente.

En el este caso la naturaleza contrarrevolucionaria del terrorismo individual queda al descubierto de una forma clara. Quienquiera que haya perpetrado estos sangrientos atentados —su identidad todavía no está clara—, cualesquiera que fueran sus motivos, han ayudado a la causa de la reacción y el imperialismo, tanto en Turquía como internacionalmente.

La policía turca rápidamente identificó a los dos suicidas. Parece ser que eran turcos y que tenían vínculos con Hezbollá, una fracción turca que, como su tocaya libanesa, está armada y entrenada en Irán. Lo más irónico es que durante los años noventa las autoridades turcas permitieron las actividades de este grupo porque sus militantes se dedicaban a asesinar a cientos de nacionalistas kurdos de izquierdas. Aquí tenemos otro ejemplo de los vínculos entre el imperialismo y las organizaciones terroristas islámicas. Debemos recordar que fue la CIA la que primero armó y financió a Al Qaeda para luchar contra los rusos en Afganistán.

Estos atentados ayudan a la reacción. Desacreditan la lucha de liberación nacional. Socavan y debilitan el movimiento de masas contra la guerra en todo el mundo. La naturaleza contrarrevolucionaria del terrorismo está clara para todos los que quieran verlo.


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