Si leemos la prensa burguesa tras la derrota de la huelga convocada en junio en Alemania del Este por la reducción de la jornada laboral a 35 horas y la crisis en el seno del IG Metall zanjada, de momento, en el congreso extraordinario del pasado 1 dSi leemos la prensa burguesa tras la derrota de la huelga convocada en junio en Alemania del Este por la reducción de la jornada laboral a 35 horas y la crisis en el seno del IG Metall zanjada, de momento, en el congreso extraordinario del pasado 1 de septiembre de 2003, no encontraremos ni una sola explicación de lo que ha ocurrido estos últimos meses. Es necesario, pues, explicar realmente lo que está ocurriendo en el movimiento obrero alemán.

Hay que decir que la huelga fue votada por el 80% de los trabajadores y duró cuatro semanas, pero se limitó exclusivamente a dos distritos del este de Alemania. No debemos olvidar que si en el 84 se consiguieron las 35 horas en el Oeste fue por la presión de una huelga de seis semanas en todo el país, es decir, una huelga bastante dura. Para ganar ésta hubiera hecho falta extender la lucha al Oeste. Desgraciadamente no fue ése el camino que tomó la dirección, sino todo lo contrario. De hecho, los dirigentes del ala de derechas del sindicato, sobre todo en la industria automovilística del Oeste, se quejaban de que la huelga “perjudicaba los intereses de las empresas”. Esta actitud era apoyada por los medios de comunicación con una campaña salvaje contra la huelga. Su objetivo era hundir la huelga y con ella hundir al organizador de la misma, Peters Jürgen, quien en mayo y por sorpresa había sido elegido para suceder a Klaus Zwickel al frente del IG Metall.

Peters Jürgen, vicepresidente del sindicato y responsable de cuestiones salariales, se había manifestado en contra de la agenda 2004 del canciller Schröder y había sido el principal promotor de la huelga en el Este.

Así, el 6 de julio Zwickel desconvoca la huelga sin consultar a los trabajadores. Pese a esto la derrota de la huelga no se zanja como la derecha del sindicato, el Gobierno y la burguesía quisieran. Peters Jürgen no dimite y el que sí lo hace a finales de julio es Zwickel, convocándose un congreso extraordinario en el que, ante la perspectiva de profundizar la división dentro del sindicato, los dos sectores llegan a un compromiso. Peters preside el sindicato y Huber (apoyado por Zwickel) es vicepresidente.

Todo esto demuestra que la lucha por la dirección de los sindicatos alemanes ha comenzado: el ala de derechas, tras la cual está la patronal y el Gobierno ha movido ficha para intentar controlar el movimiento sindical, pero la base reclama una política de lucha frente a los ataques del gobierno y la burguesía como demuestra el hecho de que el candidato de la izquierda no oficial, Klaus Ernst, a pesar de no entrar en el Comité Ejecutivo de IG Metall consiguió el 42% de los votos (245 de 585).


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