DOCUMENTO DE TRABAJO

ENCUENTRO DE DEBATE PROGRAMATICO DE TRABAJADORES PETROLEROS 27 Y 28 DE SETIEMBRE DE 2003

PORQUE ESTE ENCUENTRO Los trabajadores petroleros acabamos de ganar una dura batalla contra los golpistas que en diciembre y enero pasado sabotearon la industria petrolera con el objetivo de quebrantar la economía nacional y forzar la salida del Presidente Chávez, para acabar así con el proceso revolucionario que nuestro pueblo transita desde febrero de 1989, momento en cual se consolidó la ruptura de una gran mayoría - los más desposeídos - con el régimen del puntofijismo y los partidos que lo representan.

El éxito de nuestro combate tuvo enorme significación en aquel momento porque garantizó la continuidad de la Revolución Bolivariana, pero su trascendencia se proyecta con mayor fuerza aún hacia el futuro por las enseñanzas que deja, tanto para el conjunto del pueblo como para quienes fuimos protagonistas centrales de esa lucha, los trabajadores petroleros.

El objetivo que busca este Encuentro es unificarnos avanzando en una reflexión colectiva sobre esas enseñanzas, en las actuales circunstancias del mundo y del país, y desde allí, extraer las conclusiones de acción práctica que surjan de las mismas.

Sin duda que esta misma necesidad fue la que impulsó la realización de Encuentros anteriores. Pero haciendo un balance de los mismos - específicamente el de Oriente en el mes de junio, al del CIED de Tamare en agosto, y al más recientemente realizado en Yagua - este equipo organizador ha llegado al convencimiento que las conclusiones de esos Encuentros, si bien proponen muchas medidas necesarias que apoyamos, carecen de un elemento fundamental para una acción unitaria de los trabajadores: no existe un hilo conductor que explique sin ambigüedad, con precisión, cuál es el camino a recorrer para lograr esa nueva PDVSA que la realidad nacional exige, las características centrales que esa empresa deberá tener, los obstáculos que encontraremos en ese camino, y principalmente deja sin identificar cual es el enemigo principal hacia el que debemos apuntar con nuestra lucha. Porque se puede coincidir en determinadas medidas al mismo tiempo que nos estamos alejando de una visión unitaria de la realidad, un elemento imprescindible para acabar con la dispersión y los pequeños grupos.

Además - particularmente en la parte final de las conclusiones de Yagua - se confunde a los obstáculos con los enemigos y se deriva hacia otros sectores sociales, militares en este caso, una tarea estratégica fundamental que debemos asumir los trabajadores: realizar la Constituyente que abra el paso a la nueva industria petrolera que todos queremos, debatiendo con nuestros compañeros y organizándolos para eso.

Lograr un avance colectivo en esta dirección de análisis, partiendo de las circunstancias políticas que determinan nuestra lucha y de las experiencias vividas que nos unificaron de hecho, de la evolución de nuestra propia conciencia como clase trabajadora en este período, y sacar algunas conclusiones del mismo, aunque sean limitadas, es una tarea imprescindible para que el camino unitario de nuestra clase se prolongue y profundice.

Esta unidad programática de nuestra clase es una necesidad para avanzar hacia un nivel superior de unidad en la organización de los trabajadores petroleros, y esto a la vez es un requisito previo e ineludible para que la Constituyente que debe fundar la nueva industria petrolera recoja las ideas, experiencias y necesidades de quienes somos los productores de la principal riqueza del país.

Pero además existe otra razón: es necesario impedir que la transformación de PDVSA a la que aspiramos se convierta en una lucha intestina entre pequeños clanes internos que sobreviven en la empresa, y en la cual los trabajadores pudiéramos ser utilizados, aunque esto se realice en nombre de la Revolución y termine beneficiando al imperialismo y los golpistas.

Para comenzar este trabajo de unificación programática los organizadores de este Encuentro hemos creído oportuno y necesario que sean las voces de los trabajadores petroleros las que emitan su opinión, antes de confluir en el debate necesario con el pueblo y los militares patriotas que apoyaron a los trabajadores y tuvieron un papel importante en la derrota de los saboteadores y golpistas. Así mismo no podemos pretender delegar en otros sectores sociales la urgente tarea de organizar a nuestros propios compañeros si nosotros mismos no somos capaces de dotarnos de las herramientas necesarias para conseguirlo.

Para que este Encuentro logre los objetivos señalados desde la comisión organizadora adoptamos tres criterios selectivos de convocatoria: reunir a aquellos compañeros trabajadores que han asumido en su momento la responsabilidad de poner en marcha y recuperar la producción de PDVSA en distintas regiones del país y diversas áreas de trabajo; que no estén dispuestos a permitir la reincorporación a la empresa de los colaboradores con el paro golpista; y que tengan la convicción que el surgimiento de una nueva PDVSA es mucho más que el cambio de organigramas y plantillas gerenciales - aunque esto debe hacerse - sino que debe ser transformada en pos de lograr que las decisiones estratégicas centrales estén en manos de sus trabajadores, sin distinción de nóminas.

Si nuestra tarea de hoy resultara fructífera, en breve tiempo un número importante de trabajadores petroleros tendremos el soporte necesario para unificarnos en torno de un plan de medidas fundamentales, algunas realizables en forma inmediata, otras posibles a mediano plazo y otras a más largo plazo. Recién entonces estaremos en condiciones de proponerle ese plan al Presidente Chávez y convocar al conjunto de los trabajadores del país y al pueblo revolucionario, civil y militar, para alumbrar la nueva PDVSA.

UN MUNDO EN CRISIS La oposición trata de demostrar inútilmente que en el país el crecimiento de la pobreza tiene por causa la política económica del gobierno del Presidente Chávez, que se contrapone a las tendencias de la llamada "globalización" del mercado mundial. Además de tratar de ocultar la responsabilidad que le cabe a la misma oposición por su acción planificada para promover el sabotaje económico, sus argumentos omiten lo principal: la situación actual del mercado mundial, es decir de la economía mundial, determinada totalmente por el sistema capitalista de producción.

Basta con examinar objetivamente la situación económica de los países más avanzados en sus economías, aquellos que forman parte del selecto grupo de los siete (G-7) para comprobar que el fantasma de la crisis roe sus entrañas, y desde hace largos años. Más allá de todas las operaciones mediáticas de las cadenas internacionales (y sus socios locales) para mostrar la supuesta armonía y bienestar de un mundo que sólo existe en la fantasía de muchos viajeros, la realidad de los hechos y de los números es contundente. Veamos algunos.

Después del largo período expansivo de una década en su economía, que coincidió con el gobierno de Clinton, la economía de EE.UU afronta desde el 2001 un proceso recesivo que se inició antes del ataque a las Torres Gemelas, y que se venía gestando desde largo tiempo.

Un año antes que el organismo estadístico del gobierno de EE,UU (NBER) reconociese oficialmente, en noviembre del 2001, que había comenzado un período recesivo las cifras del desempleo que habían comenzado a aumentar ya mostraban hacia donde marchaba la economía del coloso. Para junio del 2002 esas cifras ya habían trepado a 8.425.000 desocupados según datos oficiales y sigue expandiéndose, estimándose en la actualidad alrededor del 6 % de la población económicamente activa, una cifra muy alta para ese país. Cabe recordar que en la década expansiva de Clinton los índices de desempleo fueron los más bajos desde la 2da guerra mundial y se hablaba que "técnicamente no había desocupación".

Este aumento del desempleo está en estrecha relación con la caída que muestran los índices de la producción industrial oficiales que para el 2001 fue menor en un 3, 7 % a la del año anterior, y volvió a caer en un 7 % en el 2002, por segundo año consecutivo (datos del boletín de la Reserva Federal de EE.UU de abril del 2003). La misma fuente estadística revela que la industria utilizó en el 2002 su capacidad instalada sólo en un 75, 6 %, lo que la ubica en la franja de baja utilización (inferior al 80 %) y está entre las más bajas de los últimos 30 años, casi igual a los niveles a los que llegó en la grave recesión de 1975 y en la más grave aún de 1982-83.

Estos pocos datos ( aún podrían agregarse muchos otros) ponen en evidencia algo que los economistas conocen muy bien, pero intentan ocultar -con poco éxito - atrás de los denominados indicadores macroeconómicos: la enorme capacidad industrial del gigante periódicamente se ve sacudida por un espasmo que la comienza a paralizar porque se abarrota de producción que no encuentra un mercado que le garantice la tasa de ganancia media que los capitales necesitan para competir con otros capitales. EE.UU está nuevamente enfrentado a una clásica crisis de sobreproducción de mercancías.

Esta sobreproducción, entendida desde la lógica y las necesidades de reproducción del capital, no contempla para nada el hecho que millones de personas en el mundo no tengan acceso a bienes mínimos de subsistencia. Algunos economistas tratando de ocultar esta contradicción insalvable de la economía de mercado la encubren diciendo que hay " un exceso de inversión en función de la demanda solvente". Pero este tipo de recesión no es ni rara ni ocasional. Tomando los datos oficiales del NBER durante los últimos 30 años hubo fases de recesión en 1970-71, 1974-75, 1980, 1982-83, 1990 y la actual que amenaza con prolongarse.

La renovación tecnológica, la búsqueda de mano de obra cada vez más barata y el acceso a fuentes de materia prima devaluada (entre ellas las energéticas, incluida la petrolera) son mecanismos constantes a los que recurre el capital para bajar sus costos ampliando su producción en escala y tratando de acceder a nuevos mercados a precios más competitivos, desplazando a otros competidores de los mismos.

La resultante de todo este proceso, que abarca no sólo a EE,UU sino a todo el mundo capitalista y comenzó en sus centros de mayor desarrollo, es la concentración monopólica cada vez mayor en la producción y la comercialización de bienes y servicios, la fusión de grandes monopolios dando origen a las multinacionales, un agravamiento de las pujas intercapitalistas e intermonopólicas y una mayor tasa de explotación de los asalariados. Esta situación genera fenómenos tales como las dificultades cada vez mayores para lograr acuerdos comerciales del flujo internacional de mercancías en la OMC (Organización Mundial del Comercio), porque en la misma medida en que más se habla de "libre mercado" , las grandes potencias se aferran a las barreras arancelarias (abiertas o encubiertas) para terceros países y se agrava la disputa comercial entre esas potencias. El proyecto del ALCA debe entenderse - entre otras razones geopolíticas - como un intento de EE.UU de asegurarse el acceso privilegiado y el control de un mercado latinoamericano de 380 millones de personas, que daría un sensible desahogo para sus problemas de sobreproducción.

El fenómeno del aumento del desempleo a escala mundial no es como pretenden algunos resultante inevitable de la tecnología, sino de la utilización de la tecnología que hace el capital en su carrera desenfrenada para recomponer su tasa de ganancia. La generación de desempleo (ejército de reserva) es funcional al capital para disminuir los salarios en forma directa o indirecta, aumentando la productividad. Los índices de productividad miden el trabajo o producción que cada trabajador hace por hora, y es una forma de medir la tasa de explotación.

Es ampliamente conocido que las multinacionales norteamericanas utilizan la mano de obra barata del sudeste asiático o de Mexico, mediante las maquiladoras. Menos conocido es que también creció la explotación del trabajador norteamericano, en el mismo momento en que aumentó el desempleo, como muestra el informe que agregamos

"La productividad de Estados Unidos se incrementó en 2002 y alcanzó por primera vez desde la II Guerra Mundial un nivel de rendimiento anual más alto que el de Europa y Japón, dijo ayer la Organización Internacional del Trabajo. . La OIT difundió su estudio "Principales Indicadores del Mercado Laboral" donde señaló que EE.UU. aumentó 2,2% su productividad desde 1995, cuando el país vivía a pleno su largo ciclo expansivo de los años 90. Esa tasa duplica la registrada en la Unión Europea (1,2%) y en Japón (1,1%) en igual período. Sin embargo, la propia OIT aclaró que las cifras divulgadas sobre el alza productiva en EE.UU. remiten a volúmenes globales. En trabajo por habitante por hora, EE.UU. sigue por debajo de otros países industrializados En rigor, el motivo de la mejora es que la jornada laboral es más prolongada en el país norteamericano, donde en 2002 cada trabajador estuvo ocupado, en promedio, 1.825 horas. En la UE, en cambio, se trabajó entre 1.300 y 1.800 horas según los países, muchos de los cuales han sancionado leyes de trabajo de 35 horas semanales en su lucha contra el desempleo y por una mejor distribución del trabajo disponible, aprovechando además las ventajas de la modernización tecnológica. Japón anotó horas trabajadas similares a las de EE.UU., dijo la OIT. En términos globales, en 2002 un asalariado estadounidense generó un valor productivo de 60.728 dólares contra 43.034 dólares de un trabajador europeo en promedio, aunque hubo países de la UE donde se superaron los 50.000 dólares... ".(diario Clarín de Buenos Aires, 26 de agosto de 2003)

La búsqueda constante de mecanismos que contrarresten esa tendencia a la caída de la tasa media de ganancia del capital ha generado una enorme sobreacumulación de capitales a escala mundial que no ingresan al circuito productivo - que es donde se crea valor - y buscan inversiones rentables en el circuito financiero (bursátil y de títulos de deuda de los Estados), llevando la especulación financiera a límites desconocidos en la historia del capitalismo mundial.

El endeudamiento de los países dependientes, que creció desde fines de los 70, es un mecanismo impulsado por los grandes países capitalistas que tienen el control de los organismos financieros internacionales (FMI,BM), desarrollado para colocar esas masas de capital que no encuentran salida rentable, y se transformó en una formidable bomba de succión de renta de los países periféricos hacia los países centrales, una forma de financiar la crisis de estos poderosos países.

Este mismo mecanismo de valorizar los capitales en el circ uito financiero también fue el origen de las famosas "burbujas especulativas" porque se produce una valoración de esos bonos por un exceso de demanda especulativa sin respaldo de bienes reales que lo sustenten (creación de capital ficticio), lo que termina en derrumbes financieros hasta que esos valores descienden a un precio más cercano al respaldo que tienen en valores reales. Asociada a la crisis del sector bursátil se producen las crisis de bancos por pérdidas enormes de sus valores acumulados en bonos, lo cual encarece el crédito bancario por restricción de los préstamos en momentos de crisis y agrava la recesión, empujando una caída general de los precios, hasta que se logra un nuevo equilibrio y recomienza un ciclo de reactivación productiva.

Estos episodios financieros de crac bursátiles y bancarios no son ocasionales sino un hecho que se repite históricamente en la economía capitalista. En el período de los últimos 30 años puede encontrarse numerosos episodios, de los cuales solo señalaremos las siguientes: crisis financieras: 1974-75 en el marco de una crisis recesiva de la producción que afectó conjuntamente a todos los centros del capitalismo mundial, la crisis de la deuda externa de 1982, la que se inicia el 19 de octubre de 1987 que produjo 500 mil millones de dólares de pérdidas en pocas horas sólo en el mercado norteamericano, pero se extendió - a diferencia del famoso crac bursátil de octubre de 1929 limitado a Wall Street - a los mercados periféricos donde fue más grave, en 1995 el denominado efecto "tequila" por crisis en México, la del sudeste asiático en 1997, la crisis rusa , la de Brasil en 1998, la Argentina de 2001 y las fuertes caídas del 2002 en el propio Wall Street con quiebras de poderosas multinacionales como Enrom y otras.

Debe pensarse que cada una de estas crisis representa pérdidas que reflejan destrucción de fuerza productiva, real o potencial, y fundamentalmente un mecanismo de expropiación de los capitales más pequeños por los más grandes, con lo que el sistema intenta conjurar en parte sus pérdidas, y particularmente de los millones de personas que invierten sus ahorros en los llamados "fondos" que captan pequeños ahorristas en todo el mundo y de los fondos de jubilación que se derivan hacia las bolsas.

Es este inmenso mecanismo impersonal y casi anónimo el que financia la crisis de un sistema económico que se perpetúa empobreciendo cada día a millones de personas en distintas latitudes, mientras enormes masas de capital se concentran cada vez más en pocas manos.

Esta misma situación recesiva que hemos descrito para la economía más grande del mundo, también afecta en este período a los otros centros del capitalismo mundial, aunque en distinta proporción para cada país: los de la Unión Europea y Japón que ya lleva varios años en recesión.

Para dar sólo un ejemplo de la economía más importante de Europa, la alemana, este año deberá aumentar su déficit fiscal en un nivel superior al que permiten loa acuerdos establecidos por la Unión Europea, entre otras cosas para cubrir los mayores gastos de subsidios de desempleo y evitar la crisis social, desempleo que aumentó aceleradamente por la crisis de la economía mundial.

El predominio absoluto en el terreno militar le permite a EE.UU buscar alternativas a la crisis mediante esa vía. La primera guerra del golfo en 1991, así como las recientes invasiones a Afganistán e Irak son un ensayo para la utilización de ese recurso a más amplia escala. Sin embargo este recurso amenaza con convertirse en una trampa, no sólo por las reacciones adversas que provoca entre los pueblos del mundo, sino en términos estrictamente económicos: El aumento desmedido del gasto militar a niveles de más de 300,000 millones de dólares en el presupuesto de EE.UU ha hecho ascender su déficit fiscal a una cifra record en su historia, en términos de su PIB. A esto se suma el endeudamiento enorme que es el mayor del mundo, lo cual exige un ingreso diario de capitales a la economía norteamericana que supera los 1200 millones de dólares por día.

Las llamadas políticas neoliberales no son más que mecanismos utilizados por el gran capital para conjurar o amortiguar la caída de su rentabilidad dentro del marco de las leyes del sistema capitalista, particularmente controlando la inflación - una tendencia del capitalismo que creció desde la 2da guerra mundial - para lo cual se exige restringir la emisión y controlar a los Bancoa Centrales, logrando que sean autónomos de los gobiernos para que estos no recurran al mecanismo de emisión de moneda sin respaldo en reservas (cosa que si hace EE,UU desde 1971), achicar el déficit fiscal para rebajar la presión impositiva sobre los capitales (en los países centrales la evasión de impuestos es más castigada), liberar las regulaciones para los convenios laborales para permitir la baja de salarios, transferir al sector privado las empresas públicas, especialmente si tienen un mercado asegurado o de alta rentabilidad.

Después de un cuarto de siglo de aplicar estas medidas, y cuando el sistema capitalista no ha enfrentado ningún adversario importante que cuestione su existencia después de la desaparición del bloque soviético en 1989, sin resistencias significativas de la clase obrera mundial desde entonces, y en una situación de mayor dominio en los países dependientes después de derrotados los intentos revolucionarios del 60 y 70, el capitalismo transita una crisis más extensa y generalizada, donde se vuelve a producir por primera vez desde la década del 30, la conjunción de recesión con una caída general de los precios (deflación), situación que dificulta remontar la crisis.

Por eso han reaparecido entre los ideólogos del capitalismo quienes quieren volver a las políticas "proactivas" que desde el Estado aplicaron tanto Roosvelt (new deal) bajo su forma "democrática" como Hitler bajo su forma fascista, siempre en acuerdo con el gran capital financiero, y que les permitió remontar la crisis pero los condujo a la guerra.

En síntesis, quienes pretenden presentar un mundo armonioso y equilibrado, limitando la crisis a desajustes internos y propios de los países dependientes, invierten las causas porque dejan de lado que es la propia economía de los centros principales del capitalismo, la que expande su crisis a países como el nuestro, que han visto por años expropiado todo intento de desarrollo autónomo. Las clases explotadoras nativas - aún con sus propias pugnas con el capital imperialista - en cada uno de estos países han sido los cómplices necesarios para imponer las políticas ejecutadas en beneficio del gran capital trasnacional y del imperialismo.

La crisis en la economía expresa esa tendencia imparable a la concentración del capital y a un paulatino empobrecimiento de millones, que es la contradicción básica del mundo capitalista, y en ese marco las relaciones entre distintas fuerzas sociales no pueden menos que hacerse más conflictivas, en lugar de más armónicas.

Por eso esa contradicción tiene distintas formas de manifestación: por un lado se agrava la competencia interimperialista; se agravan también la expoliación de los países más desarrollados sobre los más dependientes y atrasados y la expoliación de los capitales imperialistas aliados con burguesías de los países atrasados sobre los pueblos de esos países; y se agrava la tendencia a la explotación del capital sobre los asalariados en todo el mundo, incluido los grandes países capitalistas.

Pero no todas estos conflictos adquieren expresión política visible. La que actualmente domina el escenario mundial es el aumento de los conflictos entre los distintos centros imperialistas, lo cual se manifestó - entre otros hechos - en la crisis entre EE.UU por un lado y Francia y Alemania por el otro, en relación con la invasión a Irak. Las permanentes alusiones a un mundo unipolar que aparecen en distintos informes y análisis políticos se convierten en un ocultamiento de este hecho, muchas veces a pesar de la buena intención de quien lo trasmite. Dentro de esta disputa lo que existe es una enorme supremacía económica y militar de EE.UU, que no alcanza para amortiguarla.

En nuestro país esta contradicción no influye en la lucha política en forma importante porque históricamente hemos estado bajo el control de EE.UU, pero esta disputa intercapitalista tiene gran peso en otros países de la región, como Brasil y Argentina.

Pero el agravamiento de los efectos de la crisis sobre los pueblos de distintas regiones del mundo han empezado a generar movimientos y manifestaciones - aún incipientes - contra la brutal política que bajo el gobierno de Bush desarrolla el capitalismo norteamericano. El crecimiento del movimiento contra la globalización marca esa tendencia en desarrollo.

LA CRISIS EN AMERICA LATINA

Tanto razones históricas específicas de cada uno de los países latinoamericanos, como la enorme presión del imperialismo yanqui han determinado que sea nuestro continente uno de los principales puntos mundiales en el cual las políticas llamadas neoliberales se impusieran en forma más amplia en casi todos los países, comenzando por Chile mediante la sangrienta dictadura pinochetista. En cada uno de los países las políticas represivas y los efectos de la explosión del endeudamiento artificial e improductivo impuesto desde mediados de los años 70 a los países de la región y que estalló en 1982-83 fue la llave maestra que le permitió al capital financiero forzar la aplicación de las medidas que convenían a sus intereses.

Esta situación produjo efectos económicos, sociales y políticos desvastadores. En lo económico aumentó como nunca el empobrecimiento global de cada uno de los países y junto con ello el crecimiento exponencial de pobres y marginados y la concentración de riqueza en oligarquías nativas financieras e industriales. En lo social los fenómenos de desocupación, fragmentación de las capas medias y bajas de la burguesía, marginación de grandes masas y analfabetismo aumentaron significativamente. En lo político se agravó la crisis institucional de los Estados o apareció donde estaba latente, aumentó la corrupción en función directa a los negocios ligados a las privatizaciones y tercerización o concesión de servicios a las multinacionales, pero lo más destacado es que entraron en crisis y tendencia a la desaparición partidos políticos históricos, que tenían influencia importante en las masas, pero se transformaron en agentes y gerentes de estas políticas del imperialismo.

En nuestro país el ejemplo más claro es el de AD, pero lo mismo ocurrió con el PRI en México, el peronismo en Argentina, el MNR en Bolivia, el APRA en Perú: Muchos de ellos persisten gobernando pero como meros aparatos electorales, vacíos de contenidos y de influencia de masas, que en otros tiempos supieron tener.

Las políticas privatizadoras y de apertura indiscriminada de la economía al mercado mundial, una defensa de sistemas electorales corruptos o tramposos disfrazados de falso democratismo, supuesta defensa de los derechos humanos excluyendo el derecho a comer y vivir, y compromiso con los centros financieros de reestructurar el aparato estatal, acabando con los caudillismos locales prebendarios del Estado, fueron los ejes sobre los cuales intentaron, y en algunos casos lograron concitar apoyos electorales en esas décadas.

Prontamente la crisis de esta s políticas empujaron a nuestros países a la situación de agravamiento que hoy muestran. En Venezuela la reacción temprana del pueblo desde 1989 y de los militares patriotas desde 1992 evitó que estas políticas se consumaran en toda su magnitud, como ocurrió en Argentina por ejemplo.

El surgimiento del movimiento bolivariano y del proceso revolucionario que encabeza el Presidente Chávez evitó que Venezuela llegara a los niveles de pérdida de su soberanía a la que fueron arrastrados países hermanos.

Los trabajadores petroleros somos concientes que si bien la expulsión de los meritócratas de PDVSA fue una dura batalla que no ha concluido, hubiera sido mucho más difícil recuperar una empresa privatizada. Paradójicamente sectores de clase media, que hoy adversan al gobierno, se han salvado de ser empobrecidos brutalmente y expropiados por el capital financiero porque se impusieron las fuerzas bolivarianas.

El colapso que produjo en los países de la región la política impuesta por el imperialismo, particularmente en los dos últimos años, arrastró a la quiebra a sus principales aliados políticos, y abrió el camino para que nuevas fuerzas políticas se pongan al frente de las luchas de sus pueblos contra la opresión del imperialismo, con posibilidades de éxito. El caso más notorio es sin duda el del PT de Brasil, que gobierna en medio de grandes contradicciones de todo tipo, pero representa una dificultad para imponer la política del Departamento Estado en la región. La resistencia que encuentra EE.UU para imponer el ALCA son un síntoma de esta nueva situación, impensable cinco años atrás.

Claramente EE.UU ha perdido la iniciativa política en la región. Este es el dato de mayor significación. Paralelamente a ese retroceso político ha aumentado su agresividad y su perspectiva de imposición por la vía militar. El pretexto de la guerrilla colombiana - que lleva 40 años operando - y del narcotráfico que ellos podrían erradicar desde su propio territorio, claramente está encaminado a justificar una etapa de militarización de la región. En esa carrera EE.UU se prepara para un salto hacia una nueva etapa, que también lo puede conducir al vacío, pero que será muy dura para nuestros pueblos.

Esta es la razón sustancial que explica los ataques golpistas contra el gobierno del Presidente Chávez. La persistencia de la Revolución Bolivariana, el desarrollo de la conciencia de un pueblo, incluido el particular ejemplo del sector militar, es un ejemplo para los otros pueblos en una situación global muy complicada para el imperialismo yanqui, y debe ser prontamente eliminado antes que ese ejemplo pudiera ser asimilado por otros pueblos y otros ejércitos de países hermanos, particularmente si comienza a ser exitoso en resolver los problemas sociales del país. Así como la Revolución Cubana ejerció una enorme influencia sobre toda una generación de luchadores americanos, no es imprevisible que el proceso bolivariano comience a ejercer atracción sobre las generaciones que se inician en la vida política.

Esta perspectiva de una permanente amenaza de agresión para la Revolución Bolivariana, que no se resolverá en el corto plazo, es una situación que debe estar presente al momento de programar cualquier política de los trabajadores, y en particular en PDVSA.

Pero así como existe este elemento negativo, hoy está presente una situación en América Latina en la cual el proceso revolucionario tiene posibilidades, que no existían en el momento del golpe de abril del 2002, de conformar acuerdos y alianzas con mayor perspectiva estratégica hacia una integración, con otros países de la región, un elemento que EE, UU tratará de evitar con todo su poder.

EL PAPEL DE LOS TRABAJADORES: UNA EXPERIENCIA

Así como el 11 de abril del 2002 se puso en evidencia una vez más que las clases explotadoras del país - los banqueros, financistas, grandes industriales y comerciantes, terratenientes y ganaderos - no están dispuestos a tolerar que el pueblo ejerza la democracia, demostrando que sus intereses particulares son incompatibles con una democracia real, en diciembre y febrero último también demostraron que son clases profundamente antinacionales porque sus intereses sectoriales son contrarios y chocan frente al interés de la gran mayoría del pueblo.

Mientras esas clases que viven de la plusvalía, la ganancia o la renta no sólo trataban de destruir la principal fuente de riqueza del país y pedían a gritos la intervención extranjera, mientras los sectores medios se fracturaban, plegándose muchos de ellos a los planes golpistas, como parte de los médicos, los docentes de todos los niveles, y los comerciantes que desabastecían de productos a riesgo de su propia supervivencia en el mercado, fuimos los trabajadores - y especialmente los trabajadores petroleros - los que asumimos nuestro deber y nos proyectamos en la escena política del país como la única clase con capacidad para garantizar el interés nacional en la producción, un interés siempre amenazado por las necesidades del imperialismo yanqui por nuestra condición de país productor de petróleo.

Por supuesto que los trabajadores no estuvimos ni solos ni aislados en la defensa de ese interés nacional y por eso fuimos exitosos. Pero sin la decisión y la acción conciente de la mayoría de los trabajadores la reactivación de PDVSA hubiese sido imposible pese al esfuerzo del pueblo y los militares patriotas.

No solamente creamos la riqueza del país con nuestra fuerza de trabajo, sino que somos la única clase, como tal, que tiene la potencialidad y el interés en defender esa riqueza para todo el pueblo venezolano de la coalición de intereses entre las clases explotadoras y el imperialismo.

Así como la enorrme decisión y coraje de la gran mayoría de nuestro pueblo fue la que en abril del 2002 nos garantizó a todos la permanencia de la democracia, y con ello también nuestro derecho al trabajo porque si triunfaba el golpe fascista la privatización de PDVSA era tan inexorable como la pérdida de puestos de trabajo y la persecución a los luchadores obreros clasistas, ahora fue nuestra actitud como trabajadores, defendiendo en los centros petroleros la riqueza del país, la que garantizó al pueblo la permanencia del gobierno elegido y de la Constitución, y con ello los derechos democráticos para el conjunto de las clases sociales.

Así es evidente que resulta tan imposible para los trabajadores defender el interés nacional exitosamente sin la participación democrática del pueblo en la vida política en general y en esa lucha en particular, como sería también absolutamente irrealizable el ejercicio de la democracia por parte del pueblo si los trabajadores no estuviesen decididos a defender la riqueza y los intereses nacionales en beneficio del conjunto del pueblo.

Por eso la lucha por la democracia del pueblo, participativa, es inseparable de la lucha por la defensa de la riqueza y el interés nacional, que es lucha contra los monopolios transnacionales y el imperialismo.

Esta situación se refleja en el hecho que pese a subsistir varios partidos políticos en el país sólo hay lugar para dos programás posibles: o el democrático y antiimperialista que se expresa en la Constitución, o el que asumen en su accionar la oposición en defensa del interés particular de las clases explotadoras, que las coloca al lado de las multinacionales y exige métodos antidemocráticos para imponerlo a la mayoría, antes engaño y feaude, la violencia golpista ahora.

La unidad del pueblo y los trabajadores es el soporte social indispensable para que este programa que levanta la Revolución Bolivariana pueda concretarse. Por eso ha de ser inseparable la unidad del pueblo y los trabajadores, y su fortalecimiento es un problema estratégico.

Toda perspectiva pogramática que surja desde los trabajadores debe partir de esta primera conclusión, que no aparece sólo de análisis teóricos sino de nuestra reciente y rica experiencia. Desconocerla conduce inevitablemente a perspectivas y prácticas érroneas o aventureras

AVANZAR EN LA DEMOCRACIA

Fortalecer esa alianza significa a al vez un compromiso, una línea de acción de avanzar en el proceso de democratización del país en todos los niveles. Porque nuestro país aún es profundamente antidemocrático por cuanto impera la injusticia y una enorme desigualdad social. Y esto debilita toda unidad porque la desigualdad divide y genera enfrentamientos fratricidas, como ampliamente lo demuestra la historia.

De las tres consignas históricas Libertad, Igualdad, Fraternidad,que orientaron una de las revoluciones más grandes de todos los tiempos, la Revolución Francesa de 1789, que fue inspiración de nuestros próceres, las clases explotadoras capitalistas sólo conservaron la de Libertad, pero como libertad de mercado y de contratación, y bien pronto abandonaron las otras dos. Hoy no vivimos ni en un mundo equitativo ni fraterno, sino todo lo contrario. La Igualdad sólo impera como una ficción jurídica porque ni siquiera a la hora de soportar el castigo por delitos son iguales los pobres y los ricos.

Nuestra Revolución Bolivariana tiene el mandato constitucional y político de retomar ese camino y hacerlo realidad. Nuestro pueblo ya derramó sangre para que sea realidad antes de la aparición del Presidente Chávez, y ahora con él dirigiendo este proceso revolucionario.

Se puede decir que quienes renegaron de esas banderas son las clases explotadoras por sus intereses propios. Corresponde ahora a otras clases, las que menos tienen, las que necesitan vender su capacidad de trabajo, ponerse al frente para retomar esos objetivos y concretarlos, convocando a todos los sectores sociales y políticos que estén dispuesto a sumarse a esta gran tarea.

La lucha de estos años y los triunfos obtenidos son una enorme fuerza que tiene la Revolución Bolivariana y que le permite la ofensiva estratégica. Esta ofensiva no sólo debe servir para acabar con las maniobras opositoras que intentan obstruir la acción de gobierno, sino que debe extenderse fundamentalmente hacia la construcción del nuevo Estado, la República Bolivariana, en la cual el pueblo ejerce la soberanía.

Es necesario y urgente superar, en el marco de la ofensiva estratégica, las debilidades que hoy tiene el proceso bolivariano. El atraso en democratizar el poder es el más importante, más imputable a la incomprensión existente entre las propias fuerzas bolivarianas, que a la acción -esperable por otra parte - de nuestros enemigos. Avanzar en la construcción de la República Bolivariana en el seno del pueblo, organizando el poder de las comunidades según el mandato constitucional es la primera urgencia.

Los trabajadores petroleros no podemos ser ajenos a esta tarea si entendemos en toda su profundidad la necesidad de la unidad de los trabajadores y el pueblo. No podemos volver a la práctica corporativa de la meritocracia por omisión, es decir desentendiéndonos de estos problemas. Por eso no puede haber programa de los trabajadores que no ubique esta tarea en primer lugar de su propuesta. Esta es una segunda conclusión

La misma batalla democrática que el pueblo debe asumir en sus comunidades los trabajadores petroleros tenemos que darla en el seno de PDVSA. Aunque suene ingenioso y sirva de estratagema jurídica nos negamos a decir que somos accionistas de una empresa. No aspiramos a cobrar dividendos sino a ejercer la soberanía popular, que por mandato constitucional nos corresponde.. Decimos que somos productores de una parte fundamental de la riqueza del país y como tales tenemos el derecho a decidir que se produce, cuánto produce y hacia donde se orientan los beneficios de la producción. Es decir que para los trabajadores petroleros avanzar hacia la democracia es ejercer la gestión de la principal empresa de la economía nacional.

Esta es nuestra tercera conclusión.

Por otra parte ya lo hemos hecho en el proceso de recuperación de la producción petrolera. Y hemos sido exitosos, pero inconscientes de nuestras propias fuerzas. Recuperando la producción nos hemos transformado nosotros mismos como trabajadores. Entendimos que se debía acabar con la subordinación ciega a las líneas de mando en la que nos educó la corporación de gerentes, muy al estilo de lo que le conviene a las multinacionales, y que se impuso con la complicidad de los sindicalistas gavilleros.

No propiciamos la anarquía porque somos los primeros en saber el sacrificio que cuesta producir y que sin orden metódico todo esfuerzo se pierde, pero exigimos que las decisiones estratégicas sean colectivas y plurales. No puede haber secreto comercial que ahogue la necesidad de imponer la democracia en el seno de PDVSA.

Como comprendimos la potencialidad de nuestro esfuerzo colectivo como trabajadores, propiciamos una unidad sin distinciones de nóminas, no para el reclamo ni para disputar espacios con los sindicatos existentes, sino para organizar el trabajo, debatir planes y controlar resultados en cada unidad de la empresa. No pedimos permiso para organizar esa unidad entre los compañeros de trabajo, ni excluimos a nadie, Ya comenzamos a hacerlo. Solo haremos esfuerzos para que se extienda en todo el territorio y en todas las áreas. Esta es nuestra cuarta conclusión

Lo que aparece como un debate sobre la organización de la nueva PDVSA en realidad es un debate en el cual se enfrentan las dos grandes líneas que hoy dividen al país: los que estamos dispuestos a avanzar en el camino de la democracia sin más límites que los que la decisión del pueblo imponga, y la de aquellos que quieren volver a dejar las decisiones estratégicas en manos de "gerentes representativos" y sólo están dispuestos a debatir algunas cuestiones operativas. Es de esperar que la meritocracia tienda a reproducirse porque los acontecimientos en un proceso revolucionario avanzan a una velocidad mucho mayor que el cambio de cultura.

En síntesis en este debate reaparecen las dos concepciones programáticas a la que hicimos referencia anteriormente, la de la democracia participativa, o la que emana de la vieja cultura meritocrática y ensambla perfectamente con las concepciones del puntofijismo, aunque quienes la defienden no sean conscientes de eso y sean partidarios del Presidente Chávez.

Por eso decimos que esta es una lucha política, aunque no partidista. Y la organización que surja desde los trabajadores para este combate, cualquiera sea la forma que adopte, será una organización política de trabajadores. Esta es nuestra quinta conclusión.

Es el desarrollo del proceso revolucionario el que hace confluir esta necesidad de profundizar la democracia en la estructura del Estado y profundizar la democracia al mismo tiempo en la dirección de la economía poniendo la gestión de PDVSA en manos de los trabajadores. Una vez más se ratifica que Revolución no es más que ejercicio de la soberanía absoluta por el pueblo, como ciudadano y como productor de riqueza. Por eso en el ejercicio de esa soberanía se impone retomar el poder originario, ahora en el centro productivo, se impone la Constituyente Petrolera. Esta es nuestra sexta conclusión

NUESTRAS TAREAS

Pero la Constituyente Petrolera no es ni puede ser, como interpretan algunos, una citación a un evento previa circulación de proyectos elaborados por técnicos y expertos de la industria. La Constituyente es un proceso, un recorrido hacia un objetivo mayor: fundar una nueva PDVSA.

Como en toda lucha política el futuro se prepara en el presente, es decir que según los pasos que decidamos hoy será el contenido que tendrá esa Constituyente. O será una formalidad para consagrar un organigrama realizado a criterios de algunos dirigentes, o será expresión de las fuerzas sociales a las cuales compete la industria: los trabajadores y el pueblo, civil y militar.

Por eso aparecen tareas que son inmediatas y previas a la Constituyente y urgentes. Entre ellas pensamos que las más urgentes son :

a- Saneamiento de PDVSA, que implica publicar la lista de despidos y consolidar esa lista; realizar un padrón actualizado de todas las nóminas; revisar la situación de trabajadores ingresados en la contingencia y que fueron despedidos; y definir una política de despidos por los que regresaron ilegalmente.

b- Estrcturación de PDVSA, que implica un debate a varios niveles

c- Rendición de cuentas a los trabajadores y al pueblo: los trabajadores nos negamos a convertirnos ni en fiscales ni en auditores de contratos. Pero la Junta Directiva de PDVSA tiene una deuda con todo el pueblo venezolano. Si antes del sabotaje y paro golpista se nos dijo que PDVSA se tragaba a si misma consumiendo casi el 80 % de sus ingresos, ahora a más seis meses de recuperada es necesario saber si esa situación varió y cuanto. Quienes asumieron la responsabilidad de hablar en nombre de los trabajadores en la Junta Directiva deben ser los primeros en pedir esa rendición de cuentas e informarla

Seguramente surgirán otras tareas inmediatas del debate, pero valoramos que estas eran las prioritarias. Esta es nuestra séptima conclusión

El camino hacia la Constituyente Petrolera pasa por organizar a los trabajadores para elaborar y debatir un proyecto en forma colectiva. Este debe ser un debate entre trabajadores petroleros que generen con su experiencia de lucha esa propuesta, para después ser girado a las comunidades y a la Fuerza Armada, para escuchar sus opiniones, modificaciones y alternativas. De ese debate e intercambio surgirá la fecha y la estructura que adoptará la Constituyente y las normas de citación y representatividad.

No tenemos dudas de la necesidad de participación de comunidades, intelectuales y Fuerza Armada en la misma, pero deben ser los trabajadores quienes tengan el peso mayor en esa Asamblea, porque a ellos cabe la mayor responsabilidad y experiencia para ordenar la industria en beneficio del país. Esta es nuestra octava conclusión. Este proceso debe realizarse con la mayor rapidez posible, pero es indudable que es una tarea a mediano plazo que demandará algunos meses.

Por último realizada la Constituyente habrá que asumir la ejecución de sus mandatos, que es el objetivo estratégico de este período para nosotros, como trabajadores petroleros.

En este período sin duda que no se podrá evitar la lucha de tendencias que pugna dentro de la industria, y en cierta medida es normal que esto ocurra si la entendemos como expresión de las distintas fuerzas sociales, culturales y políticas que han asumido el proceso democrático bolivariano como expresión de sus intereses. Los trabajadores debemos negamos a sectarizar esos debates con el fácil expediente de acusar de complicidad con el imperialismo a quien no coincide con nuestra perspectiva. Apoyar un contrato o desecharlo no significa por si mismo ni ser agente del imperialismo ni ser revolucionario.

En todo caso - salvo explícita demostración de concomitancia con los intereses de los enemigos de la Revolución - los trabajadores debemos estudiar las tendencias que se expresan atrás de cada posición. Porque es evidente que no puede tener la misma perspectiva de desarrollo del país aquel que cree que el proceso bolivariano se desarrolla en el marco de un mundo con desequilibrios, pero más o menos armonioso, que la que tienen quienes piensan que nos encontramos en medio de una profunda crisis de la economía mundial, y por tanto sacaran distintas conclusiones acerca de cuales deben ser las orientaciones de la política petrolera. De igual forma no pensarán igual sobre la estructuración de la nueva PDVSA quienes se orientan en el sentido de una democracia de los trabajadores y el pueblo que aquellos que preveen la participación del pueblo pero subordinado en última instancia a decisiones verticales impuestas por las contingencias del enfrentamiento con el enemigo imperialista.

COMISION ORGANIZADORA DEL ENCUENTRO DE DEBATE PROGRAMATICO

DE TRABAJADORES PETROLEROS

25-09-2003

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